segunda-feira, 30 de abril de 2012

Qual o sentido da política de guerra às drogas?

O texto abaixo foi publicado na edição de hoje do EL PAÍS. Vale a pena você ler. Ajuda bastante na reflexão sobre quais as políticas públicas indicadas para lidar com a questão do uso de drogas.

¿Drogas? Hablemos



Un español maneja con destreza una tarjeta de crédito para preparar una dosis de cocaína; la Policía mexicana halla 14 cadáveres en una furgoneta; tres toneladas de opio afgano atraviesan Rusia; una madre colombiana entra en una prisión estadounidense para pasar la próxima década entre rejas por tráfico de estupefacientes; un joven neoyorquino muere de sobredosis en una fiesta y un marroquí lo hace en una patera al estallar la carga de su estómago. La secuencia no es real, que se sepa, pero algo parecido sucede cada día en todo el mundo. Son las consecuencias desiguales de un mismo tema, el vil aleteo de la mariposa o la teoría del caos. Las respuestas del tráfico de drogas, el mayor mercado del mundo.


Hace 40 años el presidente de Estados Unidos Richard Nixon se dirigió a la nación: “El enemigo público número uno de Estados Unidos es el abuso de las drogas (…) Declaro la guerra contra las drogas”. Estaba el entonces mandatario inmerso en el conflicto de Vietnam, una de las guerras más largas que se atribuyen a la superpotencia, pero aunque comúnmente olvidado, el frente que abrió Nixon en 1971 ha sobrevivido a todos sus sucesores. Hasta ahora, porque las cosas están empezando a cambiar.

Los primeros en hablar de fracaso en esta guerra fueron los expresidentes de Brasil, Colombia y México, Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo, respectivamente. En los últimos meses, políticos en activo como el actual mandatario de Guatemala, Otto Pérez, o el de Colombia, Juan Manuel Santos, han seguido sus pasos para demandar la apertura de un debate sobre el tema, haciendo uso de la legitimidad que les otorga liderar los países que sufren la cara más trágica de las consecuencias de una guerra que suma víctimas a diario (aunque al sur del Río Grande). Honduras, con 82,1 homicidios por cada 100.000 habitantes, seguido de El Salvador, encabezan la lista mundial por tasa de homicidios. México, inmerso desde hace seis años en la guerra contra el narcotráfico, suma ya casi 50.000 muertos y ha incrementado su tasa de homicidios desde 2005 en un 65%, según datos de la ONU.


Su legitimidad, unida a las cifras y los muertos, ha obligado al presidente de EE UU, Barack Obama, a mover ficha. El runrún que alentaba a un debate en el continente americano estalló el pasado 14 de abril. Como no podía ser de otra manera, de la voz de un sucesor de Nixon. “Somos conscientes de nuestra responsabilidad en este tema y creo que es completamente legítimo entablar una discusión sobre si las leyes que están ahora en vigor son leyes que quizá están causando más daños que beneficios en algunos campos”. Habló Obama y todos entendieron: ha llegado la hora de hablar de drogas. El tema ya está en la agenda.

Sobre el incipiente debate que se abre, hay quienes defienden que la regulación de las drogas reduciría el tráfico y acabaría con un negocio que mueve 216.000 millones de euros anuales en todo el mundo, según la ONU; o 19.000 millones de euros solo en México durante 2009, según EE UU. Otros no ven cómo regular podría mejorar la seguridad. Entre ellos el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, que considera que cualquier paso hacia la legalización “podría convertir a Centroamérica en un paraíso del tráfico y consumo de droga”. Funes aboga por implementar la ayuda para mejorar el nivel de vida de su país y luchar contra la pobreza y la exclusión. El debate en el continente americano no ha hecho más que empezar.

Si hay una palabra que se relaciona con la discusión sobre las drogas es legalización. Nada genera más rechazo o apoyo que abogar por ello. El presidente de Guatemala, Otto Pérez, fue el primero en pronunciarse ante un micrófono, mostrándose a favor, y el mismo Obama empezó su alocución en la Cumbre de las Américas del mes pasado marcando su posición en contra: “Legalizar no es la respuesta”.

Amira Armenta, miembro del Transnational Institute, un think tank internacional fundado en Amsterdam, explica que “la gente le tiene miedo a la legalización porque, presentada así, asusta”. Sin embargo, achaca a Pérez más un deseo de llamar la atención que de apoyar la legalización real. “Fue una presentación sobre todo mediática. Otto no dice ‘hagamos eso’, lo que dice es ‘discutamos eso’. Entre la actual política y la legalización hay muchas opciones. Habría que considerar las más realistas y con menos riesgos, que son concretamente las que tienen que ver con la despenalización y la discriminalización del consumo, del comercio y la producción”, argumenta.

La deriva que tome el debate es una incógnita para todos, pero las personas consultadas para este reportaje creen que la clave está en Estados Unidos. Después de una espera de años, nadie imagina que el cambio se produzca enseguida. Es más, con el actual presidente estadounidense inmerso en la precampaña electoral todos dudan de que haya una respuesta inmediata. “Obama no puede hablar de este asunto ahora, pero en un segundo mandato el campo es distinto. Tengo serias dudas de que sea un entusiasta promotor [de la regulación], pero sí creo que, en el fondo, no está en contra”, dice el presidente del Colectivo por una Política Integral hacia las Drogas en México, Jorge Hernández.

El experto estadounidense Peter Reuter considera que las drogas no son un tema de interés público para la sociedad estadounidense. “En las campañas presidenciales no se hablará nada de drogas”, augura este profesor de la Universidad de Maryland (EE UU), que sí pone el acento, sin embargo, en el cambio de actitud hacia la legalización de la marihuana, aunque “no hacia otras drogas”. A finales de 2010, California, uno de los 14 estados en los que la marihuana es legal para usos médicos, hizo un referéndum para decidir si se legalizaba el consumo y el cultivo. En una ajustada votación, un 56% de los electores votaron en contra y se rechazó la medida. Solo un año después, la encuesta Gallup aseguró que el 50% de los estadounidenses estarían a favor de la legalización de la marihuana. Hernández sostiene que si Obama llegara a apoyarla sería un buen punto de partida para el cambio de paradigma global respecto a todas las drogas.

El cannabis es, con mucho, la droga más consumida a nivel global. Entre 125 y 203 millones de personas de todo el mundo la consumieron en 2009, según datos de la ONU. Las cifras del consumo de todas las drogas se disparan hasta los 149 y 272 millones, lo que supone del 3,3% al 6,1% de la población de 15 a 64 años. “Es absurdo pensar que la demanda va a acabar aquí o allá, hay que aceptarla y trabajar en aras de la seguridad”, dice el presidente del Colectivo por una Política Integral hacia las Drogas en México.

Los especialistas hacen una clara diferenciación entre países productores y consumidores, para algunos lo que sirve para unos no sería bueno para los otros. Con el punto de partida marcado en la marihuana, valoran de forma desigual los beneficios reales que supondría la regulación para los países centroamericanos, que si bien no tienen un problema grave de consumo, sufren con la violencia la peor cara del tráfico de sustancias. “Al hablar de cambio de política se habla en realidad de legalización, regulación o despenalización de las drogas y, a pesar de que uno esté de acuerdo, la verdad es que no es un objetivo realista y a los países de producción y tráfico no nos serviría de mucho”, alerta el exguerrillero salvadoreño y experto en resolución de conflictos Joaquín Villalobos
Sin embargo, para el escritor mexicano Jorge Castañeda, que en “un mundo ideal defendería la liberalización total de todas las drogas”, que Obama regularizase la marihuana sí supondría un cambio importante, principalmente para México, gran exportador de cannabis al norte. “Los cárteles derivan parte de sus ganancias con la marihuana para extenderse y producir cocaína”, explica Castañeda. Eso no es suficiente para el politólogo mexicano especialista en temas de seguridad Alejandro Hope, que considera que en los países de América Latina los problemas de violencia y corrupción vinculados a las drogas “son un problema de cocaína”.

A la espera de ver qué votan los estadounidenses el próximo mes de noviembre, tímidos pasos del presidente Obama ya empiezan a materializar un incipiente cambio. Un nuevo enfoque y discurso. Nada más llegar de Cartagena de Indias (Colombia), donde pronunció sus palabras favorables al debate, el presidente de EE UU presentó un Plan Nacional de Drogas que por primera vez en 40 años ponía el objetivo en la prevención y el tratamiento de la drogadicción como una enfermedad más que en la acción policial. Solo unos meses antes, se conoció la rebaja de un 17% en 2013 respecto al año anterior en la inversión para la guerra global contra el tráfico de drogas, al pasar de 422 a 360 millones de euros.

El dinero estadounidense siempre ha financiado las guerras que libran los países centroamericanos contra las drogas. La más reciente, en México, comenzó con la Administración Bush y ha continuado con la de Obama. Tras seis años de guerra, desde la llegada al poder en México de Felipe Calderón, el consumo de drogas no ha caído y sobre el terreno, con el ejército desplegado en toda la República mexicana, el saldo humano se acerca ya a las 50.000 vidas. El presidente Calderón, de una manera más tímida que su homólogo colombiano, también es partidario de abrir el debate, aunque siempre se ha mostrado un acérrimo defensor del modelo prohibicionista. “Calderón es un cruzado antidrogas. Ahora es difícil que diga ‘mis muertos no sirvieron de nada, vamos a legalizar”, razona Castañeda.

Aunque para algunos expertos la política de Calderón ha sido un “rotundo fracaso” y una “carnicería”, que diría el escritor, Villalobos cree que “en algún sentido [la guerra en México] ha generado un sentido de urgencia para transformar la situación, hoy el estado tiene más capacidad que hace seis años, aunque eso no justifica que se haya hecho”. Así, defiende que el actual debate no se ha abierto por los últimos informes de la ONU o de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, como sí sostiene el experto colombiano Daniel Mejía, ni por las palabras de Otto Pérez o la mano tendida al diálogo del presidente Santos, sino por los “esfuerzos y sacrificios que México y Colombia han realizado para enfrentar al crimen organizado. Sin eso a EE UU y a muchos otros les seguiría sin importar el tema”. “Es falso que sea una alternativa al combate al crimen organizado. Lo progresista y avanzado en nuestro caso es que nos ocupemos de la construcción de Estado. Hay riesgo de que la demanda de legalización se convierta en un argumento para no hacer las reformas que se necesitan en seguridad y justicia en casi todos los países”, argumenta Villalobos.

La intervención militar es, por contra, para Hernández, una forma de “abdicación” del Gobierno y aboga por que “el Estado tome control de lo que está en manos del crimen”. Para el experto mexicano hablar de regulación “significa que, con o sin un marco prohibitivo, cada sociedad sea capaz de tener control del uso de las drogas legales o ilegales”. Habla de cambiar el uso de la fuerza por un enfoque social y preventivo. “El actual marco normativo supone que no existe ninguna otra forma de modelar la conducta de nuestra sociedad con respecto a sus prácticas, salvo la fuerza. Ha llegado la hora de ensayar nuevas cosas”, dice.

En esta línea, el profesor de la Universidad de Los Andes (Colombia) Daniel Mejía defiende la despenalización y la estrategia de poner el “énfasis en regular para quitarle los mercados al crimen organizado”. “El bloque centroamericano paga las consecuencias de la política de drogas que se impone. Esto no ha funcionado. ¿Por qué no pensar en un modelo para reducir los niveles de violencia?”, apoya Armenta desde Amsterdam.

Sin acuerdo sobre lo que está por llegar, sí hay consenso de que es ahora o nunca el momento de abrir un nuevo horizonte. El punto quizás más importante desde que Nixon declaró su guerra a las drogas. El inicio de algo que, como casi todo, empieza por una frase tan simple y a la vez tan difícil: “Hemos fracasado. Hablemos”.

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Terra Sociologia

A minha coluna do TERRA MAGAZINE se transformou também em um blog. É o TERRA SOCIOLOGIA. Visite-o aqui. Hoje, além das postagens anteriores, você encontra um texto intitulado "Os escândalos políticos e a sociologia brasileira".

Bom. Agora você me visita aqui e lá. Combinado?

sábado, 28 de abril de 2012

Da regulação da fecundidade à redefinição das matrículas dos filhos da classe C: uma tertúlia sociológica com Vilmar Faria, Jon Elster e Jessé Sousa

Há duas décadas, Vilmar Faria, em ensaio memorável, expôs as consequências não-intencionais da irresolução pública (através de políticas produzidos pelo Estado) da demanda por regulação da fecundidade por mulheres brasileiras. Para o saudoso pesquisador, meu mestre no Doutorado em Ciências Sociais da UNICAMP, o acordo político formado pela esquerda e a igreja em torno dos temas políticos candentes do período final da ditadura (eleições livres, anistia, liberdade partidária e sindical, fim das políticas de arrocho salarial e reforma agrária, dentre outros) teve como contrapartida a não abordagem pública de questões relacionadas ao que hoje denominamos de “direitos reprodutivos”. Não me refiro ao aborto. Nem a chamada igreja progressista compraria essa agenda na década de 1970. Chamo a atenção para algo, hoje, mais comezinho: a socialização dos métodos anticoncepcionais. Mesmo esse tema, para a esquerda da década de 1970, era algo “secundário” e que nos “desviaria” (sic) do principal: a luta contra a ditadura. E, como nos alertavam os acacianos de então, “levantar essa questão, companheiro, vai nos dividir”.

As exceções a esse silêncio ensurdecedor eram o excelente jornal MULHERIO, publicado pela Fundação Carlos Chagas nos primeiros anos da década de 1980, e os posicionamentos públicos de uma personalidade mais provocativas da época, a hoje senadora Marta Suplicy. No geral, o que tínhamos era o silêncio cúmplice da esquerda (devo acrescentar o “tradicional” ou isso é redundante agora?) com a Santa Madre. As mulheres pagaram a conta, em dores, mortes e sofrimento psíquico, desse conluio. Até certo ponto, relativizemos. Pois, e aí está o toque genial da análise de Vilmar Faria, como a demanda por regulação não era resolvida pelo Estado, alguém tinha que processá-la. E quem se apresentou para tal tarefa? O Mercado.

Assim, a demanda por regulação por fecundidade foi sendo respondida pelo mercado. Ainda hoje a indústria farmacêutica deve estar agradecida dos grandes lucros que a (in)ação dos ditos progressistas da segunda metade da década de 1970 e início dos anos 1980 lhe proporcionou. O que Vilmar Faria apontou foi que a ausência de política estatal (não diria, para não cometer um atrapalho etnocêntrico, política pública) para atender a demanda das mulheres terminou por fomentar saídas individuais, passíveis apenas pelo mercado. E aí se criou uma situação que aprofundou o fosso social: quem podia, comprava anticoncepcionais e buscava métodos de controle da natalidade; aquelas que não podiam, ficavam a mercê das frágeis redes sociais nas quais estavam inseridas ou então procuravam um político (não raro, médicos) que as ajudassem em troca de votos e apoios políticos.

Em linguagem atual, e aqui estou me referenciando nos escritos de Michel Misse, a demanda por regulação da fecundidade se tornou, durante quase duas décadas, uma importante “mercadoria política”. Particularmente no vasto mundo do semiárido brasileiro. Quantos vereadores, prefeitos ou deputados não se elegeram (e ainda mantêm intactas as suas clientelas políticas) porque patrocinaram (não raro, de forma que contrariava frontalmente os direitos reprodutivos) “ligaduras de trompas” pelo interior do Nordeste?

Diabos, Edmilson, e o que isso tem a ver com Jon Elster e matrícula no ensino médio brasileiro? Já vamos chegar lá! O fato é que na edição deste final de semana do jornal VALOR ECONÔMICO, você vai encontrar uma matéria que torna plausível a ligação estabelecida no título deste post. Intitulada “Renda faz família trocar escola pública pela privada”, o texto, escrito pelo jornalista Luciano Máximo, aporta uma explicação razoável para o crescimento do número de alunos do ensino básico na rede privada de ensino. Leia alguns trechos abaixo, em seguida, eu comento:

“As escolas públicas brasileiras, principalmente nos níveis fundamental e médio, estão perdendo espaço para os colégios particulares. Nos últimos dez anos, a educação básica municipal, estadual e federal, perdeu um total de 4,834 milhões de estudantes, enquanto o ensino privado ganhou 1,090 milhão de matrículas.

De acordo com levantamento feito pelo Valor, na média calculada de 2002 a 2011 o setor público perdeu 480 mil matrículas por ano e o mercado educacional privado arrebanhou cerca de 110 mil novos alunos anualmente. Especialistas em educação arriscam várias hipóteses para explicar o ocorrido. Uma das análises mais plausíveis é o crescimento econômico do país associado ao aumento da renda, o que estimula famílias que ascenderam socialmente a tirar seus filhos da escola pública e colocá-los na particular.(...)

Em dez anos, os maiores movimentos de aumento de matrículas nas escolas particulares e de perda exponencial de alunos nas públicas coincidem com os anos em que a economia brasileira mais cresceu. O Produto Interno Bruto (PIB) avançou acima de 6% de 2007 para 2008, período em que os colégios privados matricularam 700 mil alunos e os públicos perderam cerca de 500 mil. Em 2010, quando o PIB cresceu 7,5%, a maior alta em 24 anos, o país registrou 400 mil novas matrículas no ensino privado e quase 1 milhão de baixas nas escolas públicas.”

Aí está uma questão que merece uma análise mais cuidadosa. A qual, tanto quanto aquela da irresolvida demanda por regulação da fecundidade nos anos 1970/1080, pode (um toque relativista é fundamental, sempre) estar contribuindo para produzir uma consequência não intencional extremamente perverso.

Antes, porém, faça-se o registro de que o texto jornalístico, embora de boa qualidade como sói ocorrer com o material do VALOR, tem um viés explicativo para o fenômeno do crescimento do número de matriculados na rede privada que é muito encontrável em parte da sociologia da educação feita nestas plagas: são estruturas ou abstrações (“crescimento econômico”) que são tomadas com fatores causais de fenômenos que, no pão/pão/queijo/queijo, resultam de escolhas de indivíduos concretos. Ora, são pais e mães que escolhem matricular os filhos nas escolas privadas. São eles que, ancorados em motivos vários, tomam as decisões. Por que estão tomando a decisão de matriculá-los nas escolas privadas? Por que estão ganhando mais? Ora, ganhar mais é o que lhes possibilita tomar a decisão, não a sua motivação. Ou, pelo menos, não a razão suficiente. Há que se investigar isso.

Por que investigar? Ora, porque a consequência do aumento de matrículas no ensino básico privado é a criação do que poderíamos denominar de mercado educacional de segunda categoria.

Em outras palavras, os pais da chamada classe C estão retirando os seus filhos da escola pública e os matriculando em colégios nos quais as práticas educativas e os rendimentos escolares são iguais, se não piores do aqueles encontráveis nas escolas públicas.

Por que fazem? Por que lhes faltam informações? Por modismo? Ora, ora, guarde o seu etnocentrismo de classe média; as pessoas não jogam dinheiro no lixo. Especialmente aquelas, como as “batalhadoras” (Jessé Sousa), que derramam suor e lágrimas para consegui-lo.

Deixemos Jon Elster entrar na nossa tertúlia sociológica e aí teremos algum ponto de apoio para avançarmos uma interpretação menos “estruturalista” sobre a redefinição dessas matrículas: “quando defrontadas com vários cursos de ação, as pessoas comumente fazem o que acreditam que levará ao melhor resultado global”.

Ficastes chocado com a referência herética? O que eu queria chamar a atenção aqui era para a necessidade de pensarmos a redefinição das matrículas como “efeito de composição”, de um lado, e, de outro para construirmos interpretações mais razoáveis sobre as intenções dos pais da classe C.

Não dá, insisto, para derivá-las do crescimento econômico. Bueno, se a proposição de Elster tem sentido, então poderíamos nos interrogar sobre questões, tais como: as pessoas, especialmente os batalhadores, apreendidos pela sociologia de Jessé Sousa, precisam de previsibilidade.

Ora, como manter funcionando a minha pequena padaria ou continuar fornecendo quentinhas, se a escola do meu filho é intermitente? As greves, ausência de professores e de continuidade das escolas públicas são percebidas pelos pais de alunos. O custo da interrupção das atividades escolares é muito maior para a classe C do que para os outros setores da sociedade. Tanto para a classe média (que possui os seus serviçais e serviços) quanto para, salvo-me mais uma vez recorrendo a Jessé, da “ralé”. Na ralé, as redes frágeis e a pouca incorporação do ideal de “infância protegida”, tornam as ausências de atividades escolares em dramas que são minimizados pelo peso menor da responsabilidade individual e coletiva com as crianças.

Nossa! Que é isso? Que cara mais preconceituoso? Ah, sei, queres fazer sociologia e continuar na boa proteção do politicamente correto? Isso não dá em boa coisa. Como dizia minha prima, a Bourdenilda, que adorava citar Spinosa enquanto degustava uma boa buchada de bode, devemos ver o mundo orientados pela máxima do Baruch “Não rir, nem lamentar-se, nem odiar mas compreender."

A que nos leva isso? Ao seguinte: os pais da classe C podem querer algo previsível que eles intuem que é ruim (escola privada) a algo que pode até ser um pouquinho melhor (escola pública), mas que não tem regras claras e estabelecidas. Essa é apenas uma hipótese, que isso fique claro. Para saber a resposta, como diria meu primo Acácio, “só pesquisando”. E pesquisar custa caro, não é? Mais fácil consultar um especialista...

Em tempo: A referência do Vilmar Faria é: FARIA, Vilmar E. "Políticas de governo e regulação da fecundidade: conseqüências não antecipadas e efeitos perversos". In Ciências Sociais Hoje. São Paulo: Vértice/ANPOCS, 1989

quinta-feira, 26 de abril de 2012

Texto sobre Dahrendorf

Nesses dias, ao procurar ajuntar argumentos para um projeto de pesquisa, deparei-me com uma antiga leitura que fiz de um texto de Dahrendorf. Que coisa mais genial! O caraca mandava bem, como dizem os meus alunos. A sacada dele a respeito de normas e valores é absolutamente genial. Por isso, confiram abaixo um trechos de umtexto escrito sobre ele e sua obra. Foi publicada na revista TEMPO SOCIAL. No final, o link para a leitura do texto integral.

Ralf Darendorf (1929-2009): réquiem para um sociólogo liberal*
Antonio Carlos Dias Junior

Introdução

Faleceu na Alemanha em junho de 2009, pouco depois de ter completado 80 anos, o intelectual inglês, cuja origem germânica era prontamente denunciada pelo sobrenome, Sir Ralf Dahrendorf. Filósofo de formação e sociólogo por ofício, o autor teve sua profícua trajetória teórica enriquecida pelas experiências na vida pública cotidiana, primeiramente na Alemanha da década de 1970 e depois na Alta Câmara do Parlamento Britânico. Talvez o título deste necrológio (que não é exatamente um elogio fúnebre, mas uma homenagem) não faça jus ao autor, visto que Dahrendorf não gostava de rótulos. Não obstante, o liberalismo social, ou socialismo liberal (sem paradoxo entre os termos), era a forma como ele definia, ainda que contrariado, seu tipo particular de liberalismo.

Desta vertente liberal que floresceu no século XX, em que as liberdades individuais foram pensadas em conjunto com a agenda de reformas sociais, Dahrendorf derivou com rara profundidade e coerência suas convicções teóricas, políticas e existenciais. Do epíteto liberal nunca discordou, sobretudo como filiação antípoda aos regimes políticos contrários às liberdades individuais, mas desde que do liberal fosse exigida a tarefa igualmente essencial de cumprir a agenda dos direitos sociais. Se me fosse cobrada uma definição sucinta de seu pensamento, diria que Dahrendorf foi um intelectual que duvidou das certezas patentes e divisou a boa sociedade como aquela em que a liberdade é o bem supremo a ser alcançado e preservado, sob qualquer circunstância ou regime político.

Os temas com os quais trabalhou representam uma espécie de aprimoramento contínuo, não no sentido evolutivo do termo, e sim cumulativo. O próprio autor admitiu em diversas passagens que sua teoria foi constituída como reflexo, em grande parte, do percurso biográfico e intelectual, e por isso ela não pode ser (e o liberalismo que postulava também não o era) estacionária, imune aos acontecimentos históricos e à realidade concreta das sociedades. Filho de seu tempo e de seu século, Dahrendorf desenvolveu, assim como a geração de intelectuais que experimentou o terror do nazismo, verdadeira repulsa a qualquer espécie de totalitarismo de Estado.


Neste particular, sua pena não distinguiu colorações políticas ou ideológicas. Dahrendorf criticava com a mesma verve o regime hitlerista e o totalitarismo soviético, bem como a opressão exercida atualmente, de maneira tão pungente, pelo mercado e seus tentáculos.

As passagens abaixo, embora longas, mostram como esse anelo claustrofóbico se constituíra.


A minha experiência antifascista foi a de um militante muito jovem. Pertenço a uma família social-democrata. Meu pai foi deputado social-democrata durante a República de Weimar e exerceu atividades políticas durante toda sua vida. Pertenceu à resistência ao nazismo, foi preso pela primeira vez em 1933, depois em 1938 e, novamente, em 20 de junho de 1944. Nessa época, iniciei, com alguns amigos, uma espécie de associação estudantil. Tinha apenas 15 anos e talvez a minha atuação tivesse apenas a metade da gravidade que meus olhos de adolescente captavam. O que fizemos foi distribuir panfletos sobre os campos de concentração, e que atacavam o Estado da SS e faziam propaganda pelo fim da guerra e do regime nazista. Tudo caiu aos olhos da Gestapo e, assim, em novembro de 1944, eu e um amigo fomos presos e depois enviados a um campo de concentração, de onde fomos soltos por decisão da própria SS, no dia em que os russos chegaram. Essa experiência foi muito importante para mim. Jovem como era, senti a experiência do protesto e oposição contra o totalitarismo e, subitamente, compreendi o que significa estar preso, principalmente durante o período de solitária e que, como é óbvio, não foi particularmente agradável. Estou certo de que essa experiência influiu muito sobre minha formação liberal, apesar de poder dizer que a suportei bastante bem, pois, como disse, vinha de uma família empenhada na defesa dos valores da democracia. Um dos frutos que colhi é que, hoje, pertenço ao grupo dos que sustentam que os maiores perigos para a democracia podem vir da direita e não da esquerda (Dahrendorf, 1981a, p. 1).


E ainda: [...] o campo de concentração era de fato uma experiência muito diferente: na penumbra da manhã, filas sob o congelante vento do leste, à espera de um prato de sopa aguada; o brutal enforcamento de um prisioneiro russo, por ter roubado meia libra de margarina; fatias de pão passadas sub-repticiamente a um doente ou um velho, talvez uma lição de solidariedade e, acima de tudo, a sacralidade das vidas humanas. Mas foi durante estes dez dias de confinamento solitário que se gerou um anelo quase claustrofóbico pela liberdade, um desejo visceral de não ser cercado, nem pelo poder pessoal dos homens, nem pelo poder anônimo das organizações (Dahrendorf, 1979, p. 13).


As passagens também sugerem a precoce predileção liberal de Dahrendorf - e daí a crítica que elaborou ao nazismo, e que elaboraria mais tarde ao comunismo soviético e aos regimes autoritários da América do Sul. No nível teórico, o autor erigiria crítica sistemática àquelas teorias que considerava estruturantes e unívocas, resistentes ao conflito e, segundo sua argumentação, por natureza homogeneizantes da realidade social (no campo sociológico, o funcionalismo e o marxismo). Daí também sua acolhida ao individualismo metodológico weberiano, à metafísica kantiana, à lógica popperiana, e a predileção por nortes teóricos que não consideram a realidade social apreensível e inteligível como um todo.

No campo da teoria sociológica específica, Dahrendorf percorreu diversos caminhos. Muitos o conheceram nos meios intelectuais como o teórico do conflito, e outros não hesitaram em imputar-lhe a distinção de teórico da sociedade industrial. Estudiosos (que, diga-se, são poucos) de sua produção mais recente afirmam ter sido ele o teórico neoliberal das reivindicações igualitárias, do liberalismo social/institucional.


Todos têm razão, acrescentaria. Seu percurso intelectual, acadêmico e também como político de ofício é exemplo da versatilidade que marcou sua trajetória para além da carreira teórica, de acordo com o que buscarei mostrar nas linhas que se seguem. Formação e primeira produção intelectual Ralf Gustav Dahrendorf nasceu em 1929, na cidade de Hamburgo. Aos 18 anos de idade ingressou no Partido Social-Democrata alemão (SPD), e escolheu para isso a data simbólica de 1º de maio de 1947 (dia de seu aniversário).

 Na mesma época ingressava na Universidade de Hamburgo, onde estudaria letras clássicas, latim e grego, além de filosofia como matéria optativa. No último ano da graduação, mudou definitivamente para a filosofia e defendeu a tese de doutorado sobre Karl Marx1. Nos anos entre 1952 e 1954, Dahrendorf estagiou na London School of Economics (LSE), onde obteve outro doutoramento com uma tese sobre o trabalho não especializado na indústria britânica. Nessa época já era autor de ensaios de fôlego sobre teoria social. Deixou a London School para ingressar no Instituto de Pesquisa Social de Frankfurt, então dirigido por Teodor Adorno e Max Horkheimer, no qual permaneceu por pouco tempo: "fiquei lá exatamente oito semanas; depois de quatro, compreendi que reinava uma atmosfera opressiva e autoritária, que não me agradava. Na realidade, como liberal, não aceito as verdades patentes" (Dahrendorf, 1981a, p. 10).

De Frankfurt, Dahrendorf mudou-se para a Universität des Saarlandes, em Saarbrücken. Lá ficou por alguns anos e terminou de escrever a versão que seria publicada de As classes e seus conflitos na sociedade industrial (1982)2, obra que marcou sua produção, dando-lhe grande notoriedade e destaque nas ciências sociais. A publicação do livro marca o início da primeira fase de sua produção teórica. Alguns autores, como Alberto Izzo (1991) e Sérgio Adorno (1996), com os quais concordamos, entendem que há certa divisão (ou mesmo um corte de ordem epistemológica) em duas etapas na obra teórica do autor: um primeiro momento em que estão agrupados os primeiros escritos, realizados entre meados da década de 1950 e a primeira metade da década de 1970; e um segundo, que compreende a produção a partir de meados da década de 1970.


O primeiro Dahrendorf compreende o período em que o autor contestou de uma só vez e de maneira sistemática os fundamentos da teoria do consenso social de Talcott Parsons, bem como produziu uma espécie de atualização da teoria do conflito e da teoria de classes de Karl Marx. Esse conjunto de trabalhos compreende duas coletâneas de ensaios publicadas no Brasil: Sociedade e liberdade (1981b)3 e Ensaios de teoria da sociedade (1974)4, além de As classes e de outras obras menores derivadas de palestras e conferências. Datam dessa época também sua própria teoria do conflito e os primeiros escritos que versam especificamente sobre a temática da liberdade. No texto mais importante do período, As classes e seus conflitos na sociedade industrial, Dahrendorf partiu da premissa de que muitas das previsões de Marx foram refutadas pelo desenvolvimento das sociedades industriais no século XX, e de que a teoria do conflito em Marx não foi capaz de cobrir a complexidade das sociedades contemporâneas nem seus conflitos, que estão deslocados da esfera da produção.

Dessa forma, o desenvolvimento das forças sociais justificaria que a teoria de classes em Marx fosse colocada em xeque quando confrontada a observações empíricas, bem como a própria teorização marxiana do proletariado como agente histórico-social portador da possibilidade de emancipação. Dahrendorf apontava ainda para outra lacuna: a necessidade da elaboração de uma teoria do conflito que fosse aplicável não apenas à sociedade capitalista, mas às sociedades industriais em geral. Paralelamente à crítica a Marx, Dahrendorf propôs censura sistemática à teoria do consenso social de Parsons.


 Seu principal argumento residia no fato de a teoria parsoniana supostamente rejeitar a função dos conflitos nas sociedades, constituindo sistemas interpretativos fechados e utópicos. Para Dahrendorf, o modelo estrutural-funcionalista de sociedade não admite qualquer tipo de mudança, uma vez que se baseia na ideia de que cada indivíduo desempenha um papel definido e funcional ao equilíbrio social, não havendo, pois, espaço para o conflito, suposto aspecto estruturador e norte da teoria dahrendorfiana.


Partindo da crítica dessa não possibilidade (em relação ao conflito social), Dahrendorf propôs sua própria tese. O conflito seria funcional - no sentido não funcionalista do termo - à sociedade, na medida em que é o próprio motor transformador da história.


Para o autor, uma sociedade baseada no modelo estrutural-funcional, no qual tudo segue uma marcha para a perfeição, evoca um quadro terrível, já que tal pretensa estabilidade estende-se invariavelmente à realidade sociopolítica concreta, tornando-a totalitária. "[...] quem quiser conseguir uma sociedade sem conflitos, tem que fazê-lo pelo terror e pela força policial; pois só a representação de uma sociedade sem conflitos é um ato de violência cometido contra a natureza humana" (Dahrendorf, 1981b, p. 84). Segundo sua argumentação, no conflito repousaria, portanto, o próprio caráter histórico-antropológico das sociedades humanas, pois as respostas divergentes garantem que o homem, através de suas inquietações e incertezas, busque sempre soluções divergentes às situações e aos desafios que se apresentam cotidianamente. Para Dahrendorf, no conflito, na mudança e na multiformidade da realidade social repousa o caráter de incerteza intrínseco ao ser humano. Sobretudo, conflito social representa, no registro liberal de Dahrendorf, a caução a todos os modelos amorfos de sociedade; significa a não possibilidade de haver respostas possíveis para tudo, vale dizer, que a instabilidade é a marca distintiva da realidade social e do próprio homem como ser histórico. Para o autor, "[...] os conflitos são indispensáveis, como um fator do processo universal da mudança social [...] exatamente porque apontam para além das situações existentes, são os conflitos um elemento vital das sociedades, como possivelmente seja o conflito geral de toda vida" (Idem, p. 82).


Em 1957-1958, Dahrendorf esteve no Centro de Estudos Avançados em Ciências Comportamentais de Palo Alto, nos Estados Unidos, permanecendo por um ano apenas, porém muito profícuo, pois lá se encontrava Parsons, com quem polemizava agudamente. Nos Estados Unidos, tomou contato mais íntimo com o liberalismo inglês e norte-americano, sobretudo de John Stuart Mill, o que acabaria moldando sua própria visão política e teórica. Esse foi realmente um período de intensa atividade intelectual.

O ano de 1957 marca também a produção de um dos textos mais clássicos de Dahrendorf: Homo sociologicus (1969)5, no qual o autor discute o conceito de papel social. No conjunto de sua obra, Durkheim tratou de estabelecer os papéis como fatos sociais elementares. Ingressamos nas relações sociais não como indivíduos crus, mas sim envolvidos por roupagens que nossa posição na sociedade nos confere. Nossa herança como seres sociais e sociáveis nos lega um conjunto de posições (políticas, participação social, preferências pessoais etc.) que nos são ensinadas, passadas e apreendidas. Se as transgredimos, há sanções que nos fazem lembrar os nossos deveres.

O Homo sociologicus, argumentava Dahrendorf, é o portador de tais papéis; mais que isso, a sociedade é vexatória, isto é, aliena de si o Homo sociologicus. Utilizando-se de linguagem kantiana, argumenta que há um indivíduo moral que pode e deve ser visto em separado dos papéis sociais, possuindo, portanto, um caráter empírico e outro inteligível (ou moral), cabendo a ele ser estimulado a lutar contra as imposições da sombra sociológica do homem.


Deliberadamente dialogando com Max Weber (1989) e a busca pela neutralidade axiológica (e também a distinção entre a ética da responsabilidade e a das convicções), Dahrendorf propunha que o sociólogo como tal não deve ser um político, no sentido de utilizar sua posição para tal fim, nem tampouco deve abster-se por completo da realidade política que o cerca. Seu Homo sociologicus, com efeito, vive em permanente conflito entre a sociedade, que jamais é intrinsecamente moral, e o social. Em sua visão, esse conflito não pode ser solucionado no plano da teoria, mas deve sê-lo na prática.

Disso decorre que aqueles que se dedicam ao estudo da sociedade, bem como aqueles que exercem funções políticas, não devem jamais negligenciar sua função crítica como intelectuais. Após essa rápida passagem pelos Estados Unidos, Dahrendorf regressa à Alemanha, a Saarbrücken, onde permaneceria por alguns anos. Em pouco tempo estaria de volta à vida política ativa, conciliando-a com a acadêmica.


Em 1960, então precoce professor, foi convidado a proferir oficialmente uma palestra no congresso do SPD na cidade de Bad Godesberg sobre o governo representativo e as mudanças sociais. Na ocasião Dahrendorf salientou que o desenvolvimento da Alemanha no pós-guerra deveria ser pautado cada vez mais na insistência dos direitos individuais e do bem-estar do indivíduo, bem como na liberdade e consequente diminuição do papel do Estado como elemento essencial do desenvolvimento social.

Ao final de sua fala, defendeu de forma explícita que o êxito do SPD (historicamente o partido radical de esquerda na Alemanha) seria garantido somente se houvesse pronta transformação aos moldes liberais. Além de vaias, essa afirmação gerou um posicionamento oficial do partido de não compartilhamento das palavras e ideias do emergente palestrante. Dahrendorf, por sua vez, ainda no púlpito, respondeu que portanto, provavelmente, jamais tinha pertencido àquele partido. Data desse dia seu desligamento formal do SPD e dos socialistas.

O afastamento da vida política perdura, no entanto, apenas até o ano de 1967, quando ingressa no Partido Liberal Alemão (FDP). Segundo Dahrendorf, a adesão foi motivada primeiramente por decisão estratégica, uma vez que o Partido Liberal, embora com posições excessivas à direita, opunha-se à Grande Coalizãode Kiesinger e Brandt6. Em sua apreciação, tal coalizão, que aglutinava cerca de 90% do eleitorado e dos parlamentares, configuraria um retrocesso à ideia tradicional alemã - segundo a qual o conflito é um mal, de modo que é preciso estar de acordo sobre todos os assuntos e construir um amplo consenso, que representaria, portanto, um "retorno perigosíssimo a uma perspectiva política profundamente antiliberal, no sentido de contrária à liberdade" (Dahrendorf, 1981a, p. 3).

Leia o texto integral aqui.

Comece a noite em boa companhia

A vida e a correria

Uma correria daquelas, sabe. De vez em quando, a roda-viva domina o cotidiano. E, súbito, somos tragados pela voragem das coisas. Já não somos nós mesmos, mas as coisas que funcionam através de nós. E aí, damo-nos conta, de que o tempo passou rápido em demasia.

Bueno, mas agora, acho, estou de volta. Com a mesma disposição de sempre.

segunda-feira, 16 de abril de 2012

De última hora

Deu no EL PAÍS.

La presidenta argentina anuncia la expropiación de la petrolera YPF
Francisco Peregil / El País Buenos Aires 16 ABR 2012 - 17:35 CET


La presidenta de argentina, Cristina Fernández de Kirchner, ha anunciado hoy que toma el control de la filial de Repsol, YPF, tras anunciar que la producción de hidrocarburos será considerada de interés público. En una intervención en la sede del Gobierno, la jefe del Ejecutivo argentino ha informado de que el 51% de las acciones de YPF pasarán a estar en poder del Estado. El 49% de este paquete de control que será de titularidad pública se distribuirá entre las provincias petroleras.

En España, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el ministro de Industria, José Manuel Soria, y el de Exteriores, José Manuel García Margallo, se han reunido de emergencia para abordar la expropiación.

Fernández de Kirchner, que no ha mencionado en ningún momento un precio o pago a Repsol, ha justificado la expropiación por la falta de inversiones de la filial y ha asegurado que, durante 2010, Argentina se vio obligada a importar combustibles por casi 10.000 millones de dólares. "Somos el único país de América y casi del mundo que no maneja sus recursos naturales, pero hubo motivos más fuertes para tomar esta decisión", ha añadido. En este apartado, ha concretado que, Repsol obtuvo entre 1999 y 2011 un retorno de 16.490 millones de YPF y cobró en dividendos 13.246. La diferencia, ha defendido, corresponde a las inversiones realizadas, ha asegurado. El Tribunal de Tasaciones argentino decidirá en los próximos días el precio a pagar por acción, que según recuerdan los analistas tiende a ser más bajo de su cotización actual.

Los "fundamentos" que respaldan esta medida, ha enfatizado la presidenta argentina, son "claros y precisos". Entre las 50 páginas del decreto que habilita al Estado a tomar el control de la empresa se afirma que "a efectos de garantizar el cumplimiento de la presente, declárese de utilidad pública y sujeto a expropiación el 51% del patrimonio de YPF". El texto de la ley para nacionalizar YPF ha entrado este mismo lunes en el Parlamento. En él se fija un periodo de vigencia de la medida de 50 años. El decreto de intervención de la compañía, por su parte, ya ha entrado en vigor, lo que ha permitido al Gobierno expulsar a los directivos españoles de YPF.

La mandataria argentina ha citado durante su discurso a EL PAÍS —en concreto, un artículo titulado El trampolín argentino de Repsol— para declarar inmediatamente a continuación que "esta presidenta no va a contestar ninguna amenaza ni va a responder ningún exabrupto". También, durante su intervención, ha afirmado antes de hacer una pausa que la curva de la desinversión de Repsol se parece mucho a "la trompa del elefante", un término nada habitual en términos financieros. Frente a esta actitud, según ha continuado, ninguna empresa extranjera en el país "que reinvierta en el crecimiento del país" tiene nada que temer.

Con vistas al futuro, la presidenta ha garantizado desde la Casa Rosada que su Gobierno impondrá en YPF, que gestiona un tercio de la producción de hidrocarburos del país, "una dirección de la empresa absolutamente profesionalizada". Actualmente, el Estado ya tenía un representante en la dirección de la empresa. Sin embargo, Fernández de Kirchner ha confirmado la "remoción" de todos los directores de YPF, "titulares y suplentes" una vez se apruebe la nacionalización.

Para garantizar "la operación de la empresa, la conservación de sus activos, y del abastecimiento de hidrocarburos", el Ejecutivo y el interventor de YPF nombrado hoy mismo por podrán "adoptar todas las acciones y recaudos que fueran necesarios, hasta tanto asuma el control efectivo de la empresa".

Según ha continuado la presidenta, el ministro de Planificación, Julio de Vido, el que dijo que nadie le iba a pasar por la izquierda, estará al frente de YPF, junto a Axel Kicillof, cuya experiencia en la industria petrolera es nula. Sin embargo, era el que llevaba la voz cantante en las negociaciones del Gobierno argentino con el presidente de Repsol, Antonio Brufau.

A partir de ahora, según reza el texto del proyecto de ley remitido al Parlamento, YPF "acudirá a fuentes de financiamiento internas y externas y a la concertación de asociaciones estratégicas, uniones transitorias de empresas, y todo tipo de acuerdos con otras empresas públicas, privadas o mixtas, nacionales o extranjeras".

Tras amenazar con la expropiación de YPF durante semanas, el Gobierno argentino al final ha anunciado la medida pese a la ofensiva diplomática iniciada por el Ejecutivo español. Desde el gabinete de Mariano Rajoy, quien esta misma semana viaja a Latinoamérica para participar en la cumbre del G20 de México, su titular de Exteriores, José Manuel García Margallo, advirtió de que la nacionalización de la petrolera supondría una ruptura entre ambos países, y "no solo en términos económicos". La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, anunció "medidas" si optaban por la expropiación y el ministro de Industria, José Manuel Soria, con "represalias".

Hasta ahora, Repsol controlaba el 53,47% de YPF, mientras que el grupo argentino Petersen tiene otro 25,46%. La presidenta argentina ha alentado desde hace meses la escalada contra Repsol, a quien acusa de no invertir lo suficiente, lo que según su versión ha hecho bajar la producción y está forzando a Argentina a importar petróleo. Repsol se había comprometido a más inversiones sin llegar a convencer al Ejecutivo de Fernández de Kirchner, con quien se quiso reunir Brufau en las pasadas jornadas sin éxito. En función de la compensación que Argentina entregue por la petrolera, que no está aclarada, la expropiación provocaría graves pérdidas para la española, quien tiene el control de YPF desde 1999, cuando pagó 13.158 millones de dólares por ella.

Precisamente, Fernández de Kirchner ha explicado que los orígenes del conflicto que ha llevado a la expropiación surgieron cuando se "desnacionalizó" YPF en 1998.

YPF supone la mitad de la producción de Repsol (472.000 barriles día); algo menos de la mitad de sus reservas (en torno a los 1.000 millones de barriles de un total de 2.180 millones) y un tercio del beneficio bruto (1.230 millones de euros). Según datos de la petrolera, en el último lustro, el total de las inversiones realizadas por YPF en Argentina ha sido de 11.000 millones de dólares (8.330 millones de euros) y ha triplicado la cifra de dividendos repartidos por la empresa (3.500 millones de dólares).

Tras conocerse la intención del Gobierno argentino, que ha tenido lugar con el mercado español ya cerrado, las acciones de YPF se han desplomado en la Bolsa de Nueva York. Los inversores estadounidenses tienen unos 4.000 millones en la filial de Repsol. No obstante, parece que la expropiación no afectará a este capital.

Desde España, las Cámaras de Comercio, Industria y Navegación de España han condenado el anuncio de la medida, informa Efe. La institución ha mostrado su apoyo "sin reservas" al Gobierno español ante "un gesto de hostilidad contra los legítimos intereses de España". En Bruselas, el portavoz de Comercio de la Comisión Europea, John Clancy, ha advertido de que la acción sobre YPF tendrá consecuencias. "Una expropiación por parte del Gobierno argentino enviaría una señal muy negativa (...) y podría dañar seriamente el clima de negocios en Argentina", ha declarado.
Não deixe de ler a entrevista abaixo, concedida pelo escritor Mário Vargas Llosa ao EL PAÍS.


"Sería una tragedia que la cultura acabe en puro entretenimiento"


Premio Nobel de Literatura. Publica ahora el ensayo ‘La civilización del espectáculo’

Cultura en la encrucijada
Jan Martínez Ahrens 14 ABR 2012 - 00:21 CET

A Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) le asaltaba desde hacía algún tiempo la incómoda sensación de que le estaban tomando el pelo. Lo empezó a sentir al visitar ciertas exposiciones y bienales, asistir a algunos espectáculos, ver determinadas películas y programas de televisión e incluso le ocurría cuando se arrellanaba en el sillón para leer ciertos libros y periódicos. En esos momentos, como él mismo cuenta, le sobrevenía la sensación, poco definida al principio, de que se estaban burlando de él, de que estaba “indefenso ante una sutil conspiración” para hacerle sentir un inculto o un estúpido, para hacerle creer que un fraude era arte; un embuste, cultura.

De esa sensación surgió una convicción y de esta un ensayo, La civilización del espectáculo (Alfaguara). En sus páginas el premio Nobel de Literatura disecciona la conversión de la cultura en un caos donde “como no hay manera de saber qué cosa es cultura, todo lo es y ya nada lo es”. Esa disolución de jerarquías y referentes es consecuencia, para Vargas Llosa, del triunfo de la frivolidad, del reinado universal del entretenimiento. Pero los efectos de este clima de banalización extrema no se limitan a la cultura. Para el escritor, y quizá sea este su juicio más severo, el empuje de la civilización del espectáculo ha anestesiado a los intelectuales, desarmado al periodismo y, sobre todo, devaluado la política, un espacio donde gana terreno el cinismo y se extiende la tolerancia hacia la corrupción, algo que el autor de Conversación en La Catedral ilustra con una anécdota de su tierra natal:

“En las últimas elecciones peruanas, el escritor Jorge Eduardo Benavides se asombró de que un taxista de Lima le dijera que iba a votar por Keiko Fujimori, la hija del dictador que cumple una pena de 25 años prisión por robos y asesinatos.

“¿A usted no le importa que el presidente Fujimori fuera un ladrón?”, le preguntó al taxista.

“No” —repuso este— “porque Fujimori solo robó lo justo”.

Lo justo. La indiferencia moral. La civilización del espectáculo.
El ensayo, un diamante para la polémica, lo explica Vargas Llosa con voz cálida y precisa, que inunda la línea telefónica desde el otro lado de Atlántico, viernes por la mañana en Lima.

P. Mantiene usted que la cultura se ha banalizado, que triunfa la frivolidad en su peor sentido, que el erotismo pierde en favor de la pornografía, que la posmodernidad es, en parte, un experimento fallido y pedante, que el periodismo amarillea, que la política se degrada, que en la civilización del espectáculo el cómico es el rey… ¿Hay escapatoria?

R. Sí, hay escapatoria. La historia no está escrita, no es fatídica, cambia. Justamente nos ha tocado vivir una época en que hemos visto las transformaciones históricas más extraordinarias e inesperadas. Si alguien me hubiera dicho cuando yo era joven que iba a ver la desaparición de la Unión Soviética, la transformación de China en un país capitalista; si alguien me hubiera dicho que América Latina iba a estar en pleno proceso de crecimiento, mientras Europa vivía su peor crisis financiera en un siglo, no me lo hubiera creído y, sin embargo, todas esas cosas han pasado. Desde luego que se puede esperar una renovación de la vida cultural, de las artes, de las humanidades, y que abandone ese sesgo cada vez más frívolo, superficial, que yo creo que es una de sus características principales hoy en día; no la única, porque hay excepciones a la regla, afortunadamente. Pero esa banalización tiene consecuencias no solamente en el campo de la cultura, sino en todos los otros. Por eso en el libro me refiero a la política, incluso a la vida sexual, a la relación humana. Todo eso se puede ver muy afectado si la cultura vive en la banalización, la frivolización permanente.

P. Y eso le produce un cierto enfado, sensación de tomadura de pelo. ¿Desde cuándo?

R. Es un proceso, no llega de una vez, pero sí recuerdo, por ejemplo, el shock que supuso para mí hace algunos años visitar la Bienal de Venecia, que era una vitrina del prestigio y la modernidad, de la novedad, del experimento, y de pronto, después de un recorrido de un par de horas, llegar a la conclusión de que allí había mucho más fraude, embuste, que seriedad, que profundidad. Fue para mí una experiencia bastante importante, que me llevó a reflexionar sobre este tema. Al final del libro, en un texto que es bastante personal, cuento cómo enriqueció mi vida leer buenos libros, conocer la gran tradición pictórica, el mundo de la música, cómo eso dio un sentido, un orden, una organización al mundo que lo hizo para mí muchísimo más interesante, más rico, más estimulante. Yo creo que sería una tragedia que justamente en una época en que hay un progreso tecnológico, científico, material extraordinario, al mismo tiempo, la cultura vaya a convertirse en un puro entretenimiento, en algo superficial, dejando un vacío que nada puede llenar, porque nada puede reemplazar a la cultura en dar un sentido más profundo, trascendente, espiritual a la vida.

P. Hay un momento, cuando habla usted de la añoranza, en el que dice: “Lo peor es que probablemente este fenómeno [la banalización de la cultura] no tenga arreglo y lo que yo añoro sea polvo y cenizas sin reconstitución posible”.

R. Espero equivocarme.

P. Ese pesimismo resulta llamativo en alguien de su éxito.

R. …nostalgia de viejo. A ratos siento, sí, cierta angustia porque… Mire, yo viví en Inglaterra y me acuerdo el deslumbramiento que me produjo ver la televisión; la que había conocido antes era muy pobre, muy mediocre, y de pronto descubrí que sí había posibilidades de utilizar la televisión en un sentido creativo y no solo porque los mejores escritores y dramaturgos escribían para la televisión… Había un programa que veía con pasión, se llamaba Panorama, periodismo de investigación. Me acuerdo, por ejemplo, de una entrega de dos horas sobre los disidentes en la Unión Soviética filmado en Moscú clandestinamente. Y de pronto, al cabo de los años, vi que la televisión de Inglaterra había caído también en la frivolidad total. Los mejores países, los que uno supondría que están más defendidos contra eso, han ido también sucumbiendo a esa especie de mandato generacional hacia el facilismo, la superficialidad, la frivolidad. Hay excepciones, desde luego...

P. …su propia obra es una excepción. ¿No es un ejemplo de que la capacidad de autocrítica sobrevive? ¿Qué no todo es autocomplacencia y frivolidad?

R. Sí, pero es siempre preocupante que el mayor vigor, la mayor riqueza, esté ahora en el pasado más que en el presente; que no sea algo de actualidad, sino que hay que volver la vista atrás… Y hay otro aspecto. Junto a la frivolización, hay un oscurantismo embustero que identifica la profundidad con la oscuridad y que ha llevado, por ejemplo, a la crítica a unos extremos de especialización que la pone totalmente al margen del ciudadano común y corriente, del hombre medianamente culto al que antes la crítica servía para orientarse en la oferta tan enorme.

P. Pero lo que plantea es volver a los patrones culturales. ¿Es eso posible? ¿Existe legitimidad para hacerlo? ¿No hay un cierto aristocratismo en todo ello?

R. Aristocratismo es una palabra que provoca mucho rechazo, pero por otra parte el rechazo de la élite en bloque es una gran ingenuidad. No todos pueden ser cultos de la misma manera, no todos quieren ser cultos de la misma manera y no todos tendrían que ser cultos de la misma manera, ni muchísimo menos. Hay niveles de especialización que son perfectamente explicables, a condición de que la especialización no termine por dar la espalda al resto de la sociedad, porque entonces la cultura deja ya de impregnar al conjunto de la sociedad, desaparecen esos consensos, esos denominadores comunes que te permiten discriminar entre lo que es auténtico y lo que es postizo, entre lo que es bueno y lo que es malo, entre lo que es bello y lo que es feo. Parece mentira que se haya llegado a un mundo donde ya no se pueden hacer este tipo de discriminaciones. Porque eso sí, si desaparecen esas categorías es el reino del embuste, de la picardía… La publicidad reemplaza al talento, lo fabrica, lo inventa.

P. Usted extiende su crítica a la cocina o la moda que están pasando a formar parte de la alta cultura.

R. Justamente esa es una de las manifestaciones de esa banalización y de esa frivolidad. No tengo nada contra la moda, me parece magnífico que haya una preocupación por la moda, pero desde luego no creo que la moda pueda reemplazar a la filosofía, a la literatura, a la música culta como un referente cultural. Y eso es lo que está pasando. Hoy en día hablar de cocina y hablar de la moda, es mucho más importante que hablar de filosofía o hablar de música. Eso es una deformación peligrosa y una manifestación de frivolidad terrible. ¿Qué cosa es la frivolidad? La frivolidad es tener una tabla de valores completamente confundida, es el sacrificio de la visión del largo plazo por el corto plazo, por lo inmediato. Justamente eso es el espectáculo.

P. Pero no encierra esa perspectiva una excesiva idealización del pasado, como esa edad dorada platónica que tanto criticaba Popper, y que tiene como consecuencia fosilizar la sociedad, cerrarla al cambio...

R. No, yo no estoy por la fosilización. No soy un conservador en ese sentido, desde luego que no, y sé que en el pasado, al mismo tiempo que Cervantes y que Shakespeare, existía la esclavitud, el racismo más espantoso, el dogmatismo religioso, la Inquisición, las hogueras para el disidente… Yo sé muy bien que el pasado venía con todo eso, pero al mismo tiempo no se puede negar que en ese pasado había cosas muy admirables, que han marcado profundamente el presente, que enriquecieron la vida de las gentes, la sensibilidad, la imaginación. Y esa era una función que tenía la alta cultura, y hoy día no se puede ni siquiera hablar de alta cultura porque eso es incorrecto, políticamente incorrecto.

P. Hay una defensa muy interesante del erotismo en el libro, como obra de arte frente al “sexo descarnado”.

R. El erotismo fue en el mundo de la experiencia la conversión de un instinto en algo creativo, en una verdadera obra de arte y eso fue posible gracias a la cultura. Yo no creo que el erotismo nazca simplemente de una experiencia pragmática del sexo, ni muchísimo menos. Creo que es la cultura, que son las artes, el refinamiento de la sensibilidad que produce la alta cultura, la que crea el erotismo. El erotismo es una manifestación de civilizaciones, se da en sociedades que han alcanzado un cierto nivel de civilización. Y al mismo tiempo significa el respeto de las formas, la importancia de las formas en la relación sexual. Y ahí yo cito mucho a Georges Bataille, él defendió siempre el erotismo justamente como una manifestación de civilización, y fue muy reticente a la permisividad total porque creía que la permisividad total iba a matar las formas y al final se iba a llegar, otra vez, a una especie de sexo primitivo, salvaje. Y algo de eso ha pasado en nuestro tiempo.

P. Es decir, le falta erotismo a nuestra cultura.

R. Por eso el sexo significa tan poco para las nuevas generaciones. Significa un entretenimiento que es casi una gimnasia. Es como segar una fuente riquísima no solo de placer sino de enriquecimiento de la sensibilidad.

P. ¿Qué pensaría el Vargas Llosa de 25 años del libro que ha escrito el Vargas Llosa de ahora?

R. No me lo puedo imaginar. A nosotros nos ha tocado vivir una diferencia generacional sin precedentes en la historia. Precisamente por la extraordinaria revolución tecnológica, audiovisual, el mundo es tan absolutamente diferente que es muy, muy difícil ponerse hoy en día en la piel de un joven. Hay muchas cosas en el pasado que hay que suprimir, que hay que reformar sin ninguna duda. Pero hay una que yo creo que no, que hay que conservarla renovándola, actualizándola, que es la cultura. Una civilización que ha producido Goya, Rembrandt, Mahler, Goethe no es despreciable, no puede ser despreciable. Eso fijó unos ciertos patrones que deben ser, si se quiere, criticados pero mantenidos, continuados. Y esa continuación es la que yo creo que se pierde si la cultura pasa a ser una actividad secundaria y relegada al puro campo del entretenimiento.

P. Habla del pesimismo, del catastrofismo, incluso como un peligro mayor que la corrupción y cita una juventud apática, recluida en la hostilidad sistemática, aburrida. Fenómenos como el del 15-M, el de Occupy Wall Street, ¿no le generan cierta esperanza?

R. Sí, cierta esperanza sí. Siempre y cuando no se orienten en el sentido equivocado. Porque hay un cierto conformismo en la inconformidad. En eso Foucault escribió cosas muy interesantes. Pero sí, creo que hay estallidos entre los jóvenes que son bastante interesantes. No soy pesimista, sino más bien optimista, las cosas pueden cambiar para mejor. Pero hay algunos aspectos en los que es muy importante una crítica muy radical de un fenómeno representa una decadencia.

P. Una decadencia en la que incluye la corrupción política. Para ilustrarla cita usted una anécdota vivida por el escritor Jorge Eduardo Benavides, en Lima, cuando un taxista le dijo que votaba a Fujimori porque “solo robó lo justo”.

R. A mí me pareció maravillosa la historia. Hay una mentalidad ahí detrás ¿no? Un político puede robar; es más, no puede no robar, pero lo importante es que robe no más de lo debido.

P. Y ese tipo de conductas se están extendiendo…

R. …es por el desplome de los valores, no solamente estéticos, sino otros que antes, por lo menos de la boca para fuera, todos respetábamos. El político ya no debe ser honrado, debe ser eficaz. El ser honrado parece una imposibilidad connatural al oficio. Bueno, si se llega a un pesimismo de esa naturaleza entonces estamos perdidos. Y creo que no es verdad y yo lo digo, eso no es verdad. Pero hay una mentalidad que identifica la política con la picardía, con la deshonestidad. Es peligrosísimo sobre todo para el futuro de la cultura democrática. Si vamos a pensar eso entonces la cultura democrática no tiene sentido y a la corta o la larga va a desplomarse también.

P. Pero hay países donde hay mayor protección frente a la corrupción.

R. Por supuesto. La gran diferencia está en el mundo de la democracia y en el mundo del autoritarismo. En democracia hay corrupción, desde luego, lo estamos viendo todos los días. Pero precisamente lo vemos, sale a flote, existe una justicia más o menos independiente que puede todavía sancionar a los culpables. España es un ejemplo. Se puede decir que hay mucha corrupción pero estamos viendo casos de políticos importantísimos que son sentados en el banquillo de los acusados y que son condenados por pícaros, por ladrones, por traficantes. Bueno, esa es la gran diferencia. Eso no se ve en Cuba o China, donde de repente te enteras de que le cortan la cabeza a un señor porque dicen que delinquió y tenía cargos políticos. Hay diferencias. Y dentro de las democracias también. Las más avanzadas son menos corruptas que las más primitivas, las que son mucho más ineficientes. Recuerdo que en los años en que viví en Inglaterra, el escándalo más grande de corrupción fue el de un ministro de Margaret Thatcher, que no solamente perdió su ministerio sino que fue preso y perdió prácticamente todo su patrimonio por haber pasado un fin de semana en el Hotel Ritz de París, pagado por un jeque árabe. O sea, una corrupción de unos cuantos cientos o unos cuantos miles de libras esterlinas. Como comprenderá, eso en la época de Fujimori en el Perú era lo que robaba normalmente un pequeño alcalde. Ya no le digo los millones de millones de millones que consiguieron Fujimori y Montesinos. La sanción social fue muy escasa, puesto que en las últimas elecciones estuvo a punto de subir otra vez al poder con el voto popular. Esas diferencias sí son muy importantes. Y creo que es fundamental ser muy exigente y riguroso en ese campo, y no pensar que por ser político se tiene derecho a robar hasta cierto límite.

P. En las dictaduras hay evidentemente más corrupción. Pero también se da un fenómeno inverso. Ahí es donde la lucha de los intelectuales cobra mayor sentido. Es el caso de China con un premio Nobel de la Paz encarcelado.

R. Absolutamente. Cuando la libertad desaparece es cuando la libertad de pronto resulta importante. Y cuando la lucha por la libertad se convierte en una prioridad, el intelectual, el escritor, el poeta, el novelista, el pintor, de pronto empiezan a tener una importancia central en esa lucha. Ese es un fenómeno que lo estamos viendo en China, es interesantísimo, el caso de Ai Weiwei. Es una figura que representa hoy en día el espíritu de resistencia, la voluntad de apertura, de modernización, de democratización.

P. Al tratar de la degradación de los valores, incluye también el sensacionalismo en la prensa. ¿Cree usted en la autorregulación como una vía para atajar estas prácticas?

R. Creo que es la única. Que la propia prensa asuma una responsabilidad. Eso no se resuelve con sistemas de censura, ni muchísimo menos. Pero además yo creo que el sensacionalismo es la expresión de una cultura. La prensa forma parte de la vida cultural de un país. Y si la cultura empuja a la prensa a la chismografía, y hace de la chismografía un elemento central, al final el mercado se lo va a imponer a los periódicos, por más responsables y serios que quieran ser. Y eso lo estamos viendo en todas partes. Los periódicos más serios tratan de resistir, pero en un momento dado, si la supervivencia está en juego, tienen que hacer concesiones. El origen no está en los periódicos, el origen está en la cultura reinante, que impone la frivolidad y el amarillismo.



P. Usted ha sufrido el sensacionalismo.

R. Lo he padecido. Toda persona que es conocida hoy en día es irremediablemente víctima de la chismografía. Pasas a ser un objeto que ya no puede controlar su propia imagen. La imagen se puede distorsionar hasta unos extremos indescriptibles. Mucho más si haces política en un mundo subdesarrollado. Allí ya todo puede ocurrir.

P. Y hay un efecto multiplicador con las nuevas tecnologías.

R. Frente a las cuales te puedes defender muy mal. A mí me pasó una experiencia hace un tiempo en Argentina. Una señora me felicitó por un texto que me dijo le había conmovido mucho de homenaje a la mujer. Y yo le dije que muchas gracias, pero que no había escrito ningún homenaje a la mujer. Pensé que era una cosa que se había inventado ella o que se había confundido. Un tiempo después me mandan mi elogio a la mujer, que había aparecido en Internet. Un texto de una cursilería que da vergüenza ajena, firmado por mí y lanzado al espacio con motivo de no sé qué. ¿Cómo te defiendes contra eso? Es absolutamente terrible. De pronto pierdes tu identidad, porque hoy en día hay esos mecanismos que permiten falsificaciones de esa índole. A mí me parece bastante aterrador. Tampoco puedes dedicar tu vida a rectificar. Al final dejas de escribir, dejas de leer, para tratar de rectificar todas las falsedades, invenciones que te atribuyen. Eso es uno de los aspectos justamente de la irresponsabilidad que ha traído la gran revolución audiovisual.

P. Pero también hay que reconocer que el universo de Internet y las redes sociales permiten la exposición universal de un artista o de un pensador al instante.

R. Y burlar todos los sistemas de censura; eso es un progreso. Pero al mismo tiempo también es otra forma de confusión que tiene efectos muy negativos en la cultura, en la información. El exceso de información en última instancia también significa la desaparición de la discriminación, de las jerarquías, de las prioridades. Todo alcanza un mismo nivel de importancia por el simple hecho de estar en la pantalla.

P. Aunque no ataca a las religiones, sino al contrario, se percibe en el libro un canto al ateísmo ilustrado. Hay un momento incluso que identifica cultura profunda con aquella fuerza capaz de reemplazar el vacío dejado por la religión.

R. La idea liberal, tradicional, de que con el avance del conocimiento, la religión se iba a ir desvaneciendo fue una ingenuidad. El grueso de la gente, países cultos o países incultos, necesita una trascendencia, algo que le asegure que no perecerá definitivamente, y que habrá otra vida de la índole que sea, y eso es lo que sostiene la religión. Solo una minoría de personas, y eso ha sido igual en el pasado y en el presente, llega a llenar ese vacío con la cultura, que les da suficiente seguridad, suficiente resistencia para aceptar la idea de la extinción. Pero es una ingenuidad combatir a la religión. Tiene una función que cumplir, y es dar ese mínimo de seguridad que permite vivir a la gente con la esperanza de otra vida, de una defensa contra la extinción que aterra a todas las generaciones, no importa que nivel de cultura tenga esa sociedad. Eso lo debemos aceptar los creyentes o no creyentes, siempre y cuando la religión no pase a identificarse con el Estado, porque entonces desaparece la libertad. La religión por definición es dogmática, establece verdades absolutas, y no quiere coexistir con verdades contradictorias. Pero mientras la religión ocupe el espacio que le es propio, creo que es indispensable para que una sociedad sea verdaderamente democrática, libre, en la que se pueda coexistir en la diversidad.

***

La diversidad, la libertad, la tolerancia. El escritor vive y revive en esas palabras. A lo largo de la entrevista, la amargura que, a veces, asoma en su discurso ante lo que considera la devastación de la cultura, siempre se atempera con ellas. De algún modo, son su anclaje ateo y su religión frente al espectáculo.

—“Hemos escrito otro libro, ¿eh?”, bromea antes de despedirse

domingo, 15 de abril de 2012

Morre Gilberto Velho

Notícia publicada na FOLHA dá conta da morte, ocorrida ontem, do cientista social Gilberto Velho. Um dos grandes nomes da antropologia brasileiro, Velho é autor de livros e artigos que são partes da bibliografia básica das ciências sociais brasileiras. Confira abaixo a notícia!

Antropólogo Gilberto Velho morre no Rio, aos 66 anos

Professor é autor do livro "A Utopia Urbana"
DO RIO

O antropólogo Gilberto Velho, 66, morreu na madrugada de ontem enquanto dormia, em seu apartamento, em Ipanema, zona sul do Rio.

Professor da Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ) e decano do departamento de antropologia do Museu Nacional/UFRJ, Velho trabalhou normalmente até a tarde de sexta-feira.

A causa de sua morte ainda não foi determinada. Suspeita-se que ele tenha sofrido um AVC. Solteiro, Velho não tinha filhos.

O velório acontece hoje, entre 10h e 15h, na capela 3 do Cemitério São João Batista, em Botafogo.

O corpo do antropólogo será cremado, como era seu desejo, segundo amigos próximos. A data da cremação não havia sido confirmada até o fechamento desta edição.

Doutor em ciências humanas pela Universidade de São Paulo (USP), Velho sempre voltou seu olhar para temas da antropologia urbana e da sociedade. Em um de seus últimos textos, publicado no blog que mantinha, ele discorre sobre a eficácia das UPPs (Unidades de Polícia Pacificadora) no combate à violência no Rio.

É autor de diversos livros, entre os quais "A Utopia Urbana" (2003), em que radiografa a rotina de pessoas que vivem em apartamentos conjugados em Copacabana para realizar o sonho de morar na zona sul carioca "de qualquer maneira".

quinta-feira, 12 de abril de 2012

O escândalo na miséria espiritual do forroó eletrônico

O texto abaixo, da lavra do escritor Ronaldo Correa de Brito, publicado no TERRA MAGAZINE, merece ser lido, discutido e reproduzido. Quem é professor, e alguns dos que me acompanham o são, pode pegar o texto e debater sobre ele com os seus alunos.

Teve “Garota Safada” na Semana Santa de Pernambuco
Ronaldo Correa de Brito


Vi o outdoor convidando para a Semana Santa de Gravatá, uma cidade serrana de Pernambuco, bem próxima ao Recife, onde a maioria das pessoas ricas possui casa. Houve tempo em que Gravatá esfriava, chegando aos 16 graus (acima de zero, é claro), nos meses de junho, julho e agosto. Os visitantes usavam casaco e botas, como se estivessem na Serra Gaúcha.

Por lá existem casas de coberta inclinada, como se fosse cair uma nevasca, igual na Dinamarca ou Suécia. De longe, se avista os telhados escandinavos, debaixo do sol quente. As propagandas convidam os turistas a curtir o clima serrano e as delícias do campo. O clima ainda é agreste, mas o campo… A especulação imobiliária transformou a cidade num amontoado de condomínios e vilas. Viaja-se a Gravatá para curtir um churrasco com os vizinhos, ouvir som brega e de forró, ou comer fondue se imaginando na Suíça.



O turismo é sempre enganoso, em qualquer lugar do mundo. O importante é que o turista faça sempre a mesma coisa, visite os mesmos lugares, sinta as mesmas emoções, fotografe e filme as mesmas imagens. E depois reúna parentes e amigos (coitados!) em casa, e mostre o enfadonho resultado da viagem. Afinal, viaja-se para quê? Para filmar e fotografar e trazer a prova aos incrédulos.



Em Gravatá existe uma grande programação de Páscoa, já ia esquecendo. Não pensem que se trata de vigílias nas igrejas, jejuns, penitências, procissão do Senhor Morto, Missa de Aleluia. Nas rádios e televisões a voz do locutor convoca as pessoas da seguinte maneira: “Semana Santa em Gravatá! Não perca os mega shows de “Forró da Pegação”, “Garota Safada”, “Cavaleiros do Forró”, “Zezé de Camargo e Luciano”… Venha curtir e se divertir! Apoio”… Segue-se o nome de uma cerveja.



Cristo nunca apareceu para expulsar os vendilhões do templo. Ou propor que acabassem a esbórnia, usando o calendário religioso para farras. A França avançou bastante ao impor o fim dessas hipocrisias. Mantenham os feriados – nada contra o descanso de ninguém –, mas não em nome de Jesus ou de um cristianismo que poucos praticam. Mal saímos de um Carnaval que dura dois meses – o caso do Recife, Olinda e Salvador –, e lá vem um segundo tempo. Poderiam chamar a zorra de “Carnaval 2, o retorno”, ao invés de Semana Santa. Empresas e secretarias de turismo dessacralizaram os rituais da Paixão e no lugar deles criaram mais um carnaval, com o intuito de atrair multidões, faturar dinheiro e – tem sempre essa conversa de fariseu – gerar empregos.



A maior vocação do povo brasileiro é mesmo o carnaval. Depois que as festas brasileiras se transformaram em grandes negócios para vender cerveja e cantores de brega, pagode, axé e forró, o calendário se confundiu e ninguém distingue mais Natal, São João, Semana Santa e Carnaval. O cenário é sempre o mesmo: um palco gigantesco ou um trio elétrico, iluminação feérica, som de estourar ouvidos e muita, muita cerveja.



E lucro, a única medida para o nosso tempo, não importando o custo.



Quando se tentou aprovar no senado e na câmara uma lei que proibisse a propaganda de álcool (cerveja, principalmente), as empresas de publicidade comandaram um levante geral, alegando que estavam cerceando a liberdade de imprensa, de livre expressão e por aí afora. Qual o quê! Defendiam a liberdade de encher os bolsos de dinheiro, não importando o mal que fazem aos jovens e às mulheres, os mais fragilizados pelas campanhas aliciantes.



Eita! Falo como um profeta bíblico, clamando no deserto. Bem que gostaria de fazer chover fogo. Mas não tenho poder nenhum, a não ser o de escrever nesse blog.



É claro que não interessa a ninguém pensar seriamente no quanto se tornaram falsas as comemorações religiosas. Não interessa à Igreja, pois ela perderia prestígio e poder. Nem aos fieis verdadeiros. Nem aos laicos, que desejam os feriados para descanso. Nem à indústria da diversão, pelos prejuízos que isso acarretaria. Nem aos fabricantes de bebidas, os fariseus barrigudos. Em suma: deixa como está.



E vamos ao “Forró da Pegação”, na Quinta-Feira da Ceia Larga, e ao show da “Garota Safada”, na Sexta- Feira da Paixão. Encham a cara e dancem à vontade. É tudo pago pela Prefeitura.

terça-feira, 10 de abril de 2012

Música para acalentar o coração

Terra Magazine de cara nova

Visitou de ontem prá hoje o TERRA MAGAZINE? Não! Então, dê uma conferida. Uma repaginada bem legal foi feita. Também estou por lá. O link? Bueno, aqui está!

A popularidade de Dilma

Reproduzo, abaixo, artigo de autoria do jurista Paulo Linhares. Dê uma conferida!

O FATOR DILMA

Paulo Afonso Linhares

E o patinho feio se tornou um portentoso cisne... Quando o ex-presidente Lula anunciou, dois anos antes de terminar o seu segundo governo, que sua candidata seria a então ministra-chefe da Casa Civil, Dilma Rousseff, muitos analistas políticos acharam que ele estava absolutamente equivocado, por vários motivos, sobretudo, porque o seu governo acabaria a partir daquele anúncio. Outro problema era a própria candidata que, ademais de jamais ter sido eleita para qualquer coisa, era sabidamente uma pessoa de comportamento extremamente hard e avesso aos trejeitos da política rasteira e barateira, que marca o clientelismo ainda bem presente no cenário político brasileiro. Todos achavam que a "xerifona" colocada na Casa Civil numa das maiores crises institucionais que se tem notícia nestes últimos trinta anos, que foi a ruidosa saída do ex-ministro José Dirceu e que desencadeou a defenestração de todos os auxiliares mais importantes e próximos ao presidente Lula, seria uma aposta perdida.

Aliás, ressalte-se que a oposição encastelada, sobretudo, no DEM e no PSDB, fez um enorme estrago político na esteira do "Mensalão", quando detonou com precisão e competência, literalmente, todos o staff do então presidente, sendo Dilma uma das poucas exceções de sobrevivência. E foi a escolhida para apagar o incêndio, o que fez com mão de ferro e absoluto sucesso, o que valeu a sua indicação para a candidatura presidencial. A despeito do bombardeio de que foi alvo a partir de então, a candidatura de Dilma se consolidou e redundou na vitória sobre José Serra, posto que num apertado segundo turno. As apostas da oposição, cada vez mais desfalcada com as derrotas de alguns dos seus eminentes próceres regionais (na guilhotina eleitoral de 2010 rolaram os mandatos de Tasso Jereissati, Marco Maciel, Artur Virgílio, Mão Santa etc.), eram de que o governo Dilma seria um retumbante fracasso. Até agora, todos os indicativos mostram que o governo austero e avesso a quaisquer pirotecnias da presidente Dilma alcança uma aprovação popular em torno de 77%, segundo recente pesquisa CNI/Ibope, algo inédito na recente história repúblicana. As apostas foram perdidas pela oposição.

O quê de especial tem o governo Dilma? Com efeito, ele incorpora todos os acertos de uma política econômica que iniciou no governo Fernando Henrique Cardoso, aperfeiçoou-se no governo Lula, todavia, mantém como características a sobriedade, a rapidez e firmeza nas ações para debelar graves focos de corrupção que vieram à tona e o avanço das políticas sociais do governo.

Ademais, no plano da política externa, a ofensiva do governo Dilma fortalece laços do Brasil com tradicionais parceiros, como o Estados Unidos da América e os países da União Europeia, sem abrir mão de efetiva participação no movimento dos países emergentes, especialmente dos seus parceiros do BRIC, o bloco de interesses econômicos formado pelo Brasil, Rússia, Índia e China, que se destacam no cenário mundial como países em desenvolvimento. Ao que parece, alguns rumos da política externa brasileira começa a ser corrigidos, com substituição das questões mais marcadamente ideológicas por outras de perfil mais substancial, de cunho econômico e político. E tem enfrentado problemas como a condenação recente do Brasil pela Corte Interamericana de Direitos Humanos, situada em San José, Costa Rica, pela morte do jornalista Vladmir Herzog, além da questão dos desaparecidos da Guerrilha do Araguaia. Pela lei brasileira, segundo interpretação dos conservadores, essa questão foi resolvida com a Lei de Anistia (Lei n° 6.683 - de 28 de agosto de 1979). Os juízes da Corte de San José dizem que não e o mesmo disse o próprio Congresso Nacional quando aprovou, recentemente, a Comissão da Verdade, para apuração de agressões aos direitos humanos por mais de cinco décadas, no Brasil. Claro que isto abriu um vasto campo de enfrentamento entre o bloco conservador mais vinculado às forças armadas, sobretudo, os generais de pijamas do Clube Militar, e os setores que se autodenominam como progressistas. Aliás, a recente comemoração de aniversário do Movimento Militar de 1964, foi recebida com manifestação contrária que resultou em pancadarias, gás lacrimogêneo e prisões. Coisas da democracia, embora caiba à presidente Dilma manter essas situações sob controle, evitando que pequenos focos possam tornar-se incêndios de maiores proporções. Por enquanto, Dilma surfa em índices de popularidades inéditos na "história deste país". Que assim permaneça. A meninada agradece.