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segunda-feira, 28 de maio de 2012

Beck e a "brasialinização" da Europa

O texto abaixo, de autoria do cientista social alemão Ulrich Beck,coloca novamente em pauta a tal da "brasialinização" da Europa. Trata-se de um texto que pode ser lido como exemplar por vários motivos. Alguns não muito positivos, diga-se de passagem. Mas deixo a tarefa de identificá-los ao arguto leitor. La política económica de la inseguridad

LA CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRACIA.
Cuanto más se desregulan y flexibilizan las relaciones laborales, con más rapidez pasamos de una sociedad del trabajo a otra de riesgos incalculables
Ulrich Beck


La consecuencia no deseada de la utopía neoliberal es una brasilización de Occidente: son notables las similitudes entre cómo se está conformando el trabajo remunerado en el llamado Primer Mundo y cómo es el del Tercer Mundo. La temporalidad y la fragilidad laborales, la discontinuidad y la informalidad están alcanzando a sociedades occidentales hasta ahora baluartes del pleno empleo y el Estado del bienestar. Así las cosas, en el núcleo duro de Occidente la estructura social está empezando a asemejarse a esa especie de colcha de retales que define la estructura del sur, de modo que el trabajo y la existencia de la gente se caracteriza ahora por la diversidad y la inseguridad.



En un país semiindustrializado como Brasil, los que dependen del salario de un trabajo a tiempo completo solo representan a una pequeña parte de la población activa; la mayoría se gana la vida en condiciones más precarias. Son viajantes de comercio, vendedores o artesanos al por menor, ofrecen toda clase de servicios personales o basculan entre diversos tipos de actividades, empleos o cursos de formación. Con la aparición de nuevas realidades en las llamadas economías altamente desarrolladas, la “multiactividad” nómada —hasta ahora casi exclusiva del mercado laboral femenino occidental— deja de ser una reliquia premoderna para convertirse rápidamente en una variante más del entorno laboral de las sociedades del trabajo, en las que están desapareciendo los puestos interesantes, muy cualificados, bien remunerados y a tiempo completo.



Quizá en este sentido las tendencias de Alemania, a pesar del éxito que se atribuye a su modelo, representen las de otras sociedades occidentales. Por una parte, Alemania disfruta de las mejores condiciones comerciales que ha tenido en muchos años. La principal economía europea es modélica por su forma de contener una crisis: tasas de interés bajas, flujo de capital entrante, aumento sostenido de la demanda mundial de sus productos, etc. Así, el desempleo en Alemania ha caído un 2,9%, y solo alcanza al 6,9% de la población activa.

Por otra parte, se ha registrado un excesivo incremento del empleo precario. En la década de 1960 solo el 10% de los trabajadores pertenecía a ese grupo; en la de 1980 la cifra ya se situaba en un cuarto, y ahora es de alrededor de un tercio del total. Si los cambios continúan a este ritmo —y hay muchas razones para pensar que será así— en otros diez años solo la mitad de los trabajadores tendrá empleos a tiempo completo de larga duración, mientras que los de la otra mitad serán, por así decirlo, trabajos a la brasileña.


Bajo la superficie de la milagrosa maquinaria alemana se oculta esta expansión de la economía política de la inseguridad, enmarcando una nueva lucha por el poder entre actores políticos ligados a un territorio (Gobiernos, Parlamentos, sindicatos) y actores económicos sin ataduras territoriales (capitales, finanzas, flujos comerciales) que pugnan por un nuevo diferencial de poder. Así se tiene la fundada impresión de que los Estados solo pueden elegir entre dos opciones: o bien pagar, con un elevado desempleo, niveles de pobreza que no hacen más que incrementarse constantemente; o aceptar una pobreza espectacular (la de los “pobres con trabajo”), a cambio de un poco menos de desempleo.



El “trabajo para toda la vida” ha desaparecido. En consecuencia, el aumento del paro ya no puede explicarse aludiendo a crisis económicas cíclicas; se debe, más bien, a: 1) los éxitos del capitalismo tecnológicamente avanzado; y 2), la exportación de empleos hacia países de renta baja. El antiguo arsenal de políticas económicas no puede ofrecer resultados y, de una u otra manera, sobre todos los empleos remunerados pesa la amenaza de la sustitución.



De este modo, la política económica de la inseguridad está ante un efecto dominó. Factores que en los buenos tiempos solían complementarse y reforzarse mutuamente —el pleno empleo, las pensiones garantizadas, los elevados ingresos fiscales, la libertad para decidir políticas públicas— ahora se enfrentan a una serie de peligros en cadena. El empleo remunerado se está tornando precario; los cimientos del Estado de bienestar se derrumban; las historias vitales corrientes se desmenuzan; la pobreza de los ancianos es algo programado de antemano; y, con las arcas vacías, las autoridades locales no pueden asumir la demanda creciente de protección social.



La “flexibilidad del mercado laboral” es la nueva letanía política, que pone en guardia a las estrategias defensivas clásicas. Por doquier se pide más “flexibilidad” o, dicho de otro modo, que los empresarios puedan despedir más fácilmente a sus trabajadores. Flexibilidad también significa que el Estado y la economía trasladan los riesgos al individuo. Ahora los trabajos que se ofrecen son de corta duración y fácilmente anulables (es decir, “renovables”). Por último, flexibilidad también significa: “Anímate, tus capacidades y conocimientos están obsoletos y nadie puede decirte lo que tienes que aprender para que te necesiten en el futuro”. La posición un tanto contradictoria en la que se sitúan los Estados cuando insisten al mismo tiempo en la competitividad económica nacional y la globalización neoliberal (es decir, en el nacionalismo y la internacionalización) ha defraudado políticamente a quienes reivindicaban el derecho individual de los ciudadanos a la estabilidad laboral y a unos servicios sociales dignos.



De todo ello resulta que cuanto más se desregulan y flexibilizan las relaciones laborales, con más rapidez pasamos de una sociedad del trabajo a otra de riesgos incalculables, tanto desde el punto de vista de las vidas de los individuos como del Estado y la política. En cualquier caso, una tendencia de futuro está clara: la mayoría de la gente, incluso de los estratos medios, aparentemente prósperos, verá que sus medios de vida y entorno existencial quedarán marcados por una inseguridad endémica. Parte de las clases medias han sido devoradas por la crisis del euro y cada vez hay más individuos que se ven obligados a actuar como "Yo y asociados" en el mercado de trabajo.

Mientras el capitalismo global disuelve en los países occidentales los valores esenciales de la sociedad del trabajo, se rompe un vínculo histórico entre capitalismo, Estado de bienestar y democracia. No nos equivoquemos: un capitalismo que no busque más que el beneficio, sin consideración alguna hacia los trabajadores, el Estado de bienestar y la democracia, es un capitalismo que renuncia a su propia legitimidad. La utopía neoliberal es una especie de analfabetismo democrático, porque el mercado no es su única justificación: por lo menos en el contexto europeo, es un sistema económico que solo resulta viable en su interacción con la seguridad, los derechos sociales, la libertad política y la democracia. Apostarlo todo al libre mercado es destruir, junto con la democracia, todo el comportamiento económico. Las turbulencias desatadas por la crisis del euro y las fricciones financieras mundiales solo son un anticipo de lo que nos espera: el adversario más poderoso del capitalismo es precisamente un capitalismo que solo busque la rentabilidad.

Lo que priva de su legitimidad al capitalismo tecnológicamente avanzado no es que derribe barreras nacionales y produzca cada vez más con menos mano de obra, sino que bloquee las iniciativas políticas conducentes a la conclusión de un pacto para la formación de un nuevo modelo social europeo. Cualquiera que hoy en día piense en el desempleo no debería quedarse atrapado en viejas querellas como las relativas al "mercado laboral secundario" o "los gastos salariales decrecientes". Lo que parece un derrumbe debe convertirse más bien en un periodo fundacional de nuevas ideas y modelos, en una época que abra las puertas al Estado transnacional, al impuesto europeo a las transacciones financieras y a la "utopía realista" de una Europa Social para los Trabajadores.

Ulrich Beck es sociólogo, profesor emérito de la Universidad de Múnich y profesor de la London School of Economics.
Traducción de Jesús Cuéllar Menezo

segunda-feira, 30 de abril de 2012

Andrew Sayer escreveu um livro...

... para você se orgulhar de ser do campo das ciências sociais (quase que eu escrevia "de ser cientista social", mas o complexo de vira-lata assomou a minha mente...). Uma análise criativa dos valores, eis o que você encontra em THE MORAL SIGNIFICANCE OF CLASS.

Nesses tempos de venda pela internet, nada te impede de ter acesso ao melhor no campo editorial. Nada? Ah, ia me esquecendo do dinheiro. Esse é um detalhezinho chato. A não ser que... A não ser que você tenha um amigo que consegue baixar (não me pergunte como!) tais obras...

Como você não quer entrar no mundo da ilegalidade, então, faça uma forcinha e compre legalmente o livro. Vale a pena!

domingo, 2 de outubro de 2011

Ainda o enigma: a nova classe média

Da série "o enigma", transcrevo abaixo mais um artigo sobre a chamada nova classe média brasileira.

Símbolos de classe

MARCELO NERI – FOLHA SP
59,8 mi de brasileiros (uma França) chegaram à nova classe média. Quem são, o que fazem e o que pensam?

Obama, Dilma, Lula e FHC disseram neste ano que o Brasil se tornou um país de classe média. A FGV estima que, entre 1993 e 2011, 59,8 milhões de pessoas (uma França) foram agregados ao que denominamos nova classe média -vulgo classe C-, chegando hoje a 55% da nossa população.
É um feito considerável num país que se acostumou a ser chamado de Belíndia. Apesar do crescimento desse estrato do meio, altas desigualdades persistem, e precisam do bom combate. Redistribuição é igual a colesterol: há o tipo bom e o tipo mal. O último é deletério ao crescimento.
Para avançar mais e melhor, há que diagnosticar quem são, o que fazem e o que pensam as diferentes classes de brasileiros. Os sociólogos podem relaxar. Não estamos falando de classes sociais (operariado, burguesia, capitalistas etc.), mas de dinheiro no bolso -segundo os economistas, a parte mais sensível da anatomia humana.
Heuristicamente, contrastamos perfis de belgas e de indianos, isto é, a classe A/B (10% mais ricos) e a classe E (15% de pobres). Dos pobres, 27,5% são crianças de até nove anos e 1% tem 70 anos ou mais, ante 7,1 e 7,4%, respectivamente, na classe A/B. Idade é um atributo-chave das classes (gerocracia?).
Raça também: 75,2% da classe A/B é branca, enquanto 72,6% dos pobres são negros ou pardos (ditadura racial?). Há mais mulheres do que homens em todos os estratos. Na classe E, a diferença é de 0,95%, ante 7,23% na elite econômica (igualdade de gênero?).
O conceito de classe é familiar onde toda diferença de rendas individuais contrária às mulheres desparece no bojo das famílias. As mulheres ativas que decidem nas famílias têm virado alvo preferencial.
Por exemplo: 93% dos beneficiários do Bolsa Família são mães-para que o dinheiro chegue às pobres das crianças. O programa foi recém-expandido, com uma bolsa adicional para as gestantes, cuja parcela é 36,7% maior nas mulheres pobres do que nas da elite.
Educação é um ativo de luxo: 47,46% da elite tem pelo menos o superior incompleto e 3,17% têm mestrado ou doutorado. Nos pobres, caem para 0,78% e 0%, respectivamente (meritocracia?). Entre quem está frequentando os bancos escolares, 73,4% da elite o faz em instituições privadas, ante 3,33% dos pobres.
O Ideb (Índice de Desenvolvimento da Educação Básica) mostra que o aprendizado dos alunos em escolas privadas é 66,7% maior do que nas públicas. Essa não é uma mera fotografia da Belíndia brasileira, mas um trailer da vida que seguirá nos dois lados da fronteira.
A probabilidade de alguém da classe A/B ter emprego público é 1.491% maior do que a de alguém pobre, e a de contribuir para a Previdência Social é 548% maior. A probabilidade de um pobre receber o benefício de prestação continuada (benefício não contributivo, para idosos e deficientes pobres) é 489% maior do que a de um da elite. Esse gradiente de classes no Bolsa Família é de 9.022%. Na titularidade do cheque especial, o reverso é observado -diferencial de 8.350% favorável à classe A/B.
A elite tem 1.116% mais facilidade de fechar o mês com sobra de salário do que o pobre. Note que os pobres tendem a ter uma avaliação subjetiva menos estrita. Como canta o poeta, “cada um sabe a dor e a delícia de ser o que é”.
A probabilidade de morar em uma casa boa é 226,5% maior na classe A/B. O problema dos pobres não é só que eles não têm acesso a serviços públicos, mas que a qualidade daqueles que acessa é pior.
No pior dos serviços, o saneamento, a probabilidade de alguém da classe A/B ter acesso a serviço bom é 303% maior do que a de alguém pobre. Mesmo sem levar em conta que os pobres têm menos cobertura e/ou mais ligações clandestinas (gatos) no fornecimento de serviços públicos diversos, o gradiente do atraso de contas de água, luz ou gás é 338% maior nos pobres.
Finalmente, a probabilidade de uma pessoa da classe A/B perceber problemas de violência em sua área de moradia é 8,9% maior do que a de um pobre. Consistente com a ideia de que a violência é menos associada à pobreza e mais à desigualdade.


MARCELO NERI, 48, é economista-chefe do Centro de Políticas Sociais e professor da EPGE, na Fundação Getulio Vargas.
www.fgv.br/cps
mcneri@fgv.br

segunda-feira, 11 de outubro de 2010

Família: qual o seu papel na sociedade atual?

O título aí de cima bem que poderia ser o de um curso para noivos, não é? Achastes piegas? Eu também, mas não encontrei outro melhor. Fiquemos com ele, então.

Você está acompanhando a discussão política neste segundo turno? Nossa! Como a temática da família está em voga, não? Bom, já que vai se discutir o assunto, já que é o ponto de pauta, então vamos ajuntar alguns elementos para fazer essa discussão sair do atoleiro.

Vejam só! Hoje, na edição eletrônico do EL PAÍS, foi publicada uma pesquisa sobre como os espanhóis pensam a família e os papéis dentro dela. Aporta elementos para uma reflexão. Confira abaixo!


Casi la mitad de los ciudadanos cree que el papel principal de la familia es "criar y educar a los niños"
El 67,6% considera que la familia ideal es la formada por una pareja en la que trabajan los dos y se reparten las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, según el CIS.- El 45% opina que es la mujer quien debe reducir su jornada laboral para atender el hogar
EL PAÍS - Madrid - 11/10/2010

El papel más importante de la familia en la sociedad actual es, a juicio de casi la mitad de los españoles, el de "criar y educar a los niños". Así lo cree el 49,3%, frente al 27,7% que opina que su rol principal es el de "proporcionar amor y afecto"; el 7,3% que considera que es el de "mantener los valores culturales y morales"; y el 5,9% que piensa que es el de "cuidar la salud de sus miembros". Son datos de la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) conocida hoy y realizada a 2.500 personas mayores de 18 años.

El ideal de familia para el 67,6% de los ciudadanos es la formada por una pareja con un trabajo remunerado similar y en la que ambos se repartan las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, si los hay. En caso de que uno de los dos tenga que trabajar menos horas para ocuparse de las labores domésticas y de la descendencia, el 45,7% piensa que ese miembro de la pareja debería ser la mujer; frente al 20,9% que opta por "cualquiera, indistintamente"; el 10,2% que opina que quien tenga el trabajo peor remunerado; o el 1,8% que cree que debería ser el hombre. Un 14,7% defiende, como ideal, la familia en la que solo trabaja un integrante de la pareja y el otro se encarga de atender el hogar y de la eventual prole.

El 30,6% de los consultados vive en un hogar formado por dos personas; son tres en el 26,1% de los casos; cuatro en el 23,1%; y una sola persona en el 10,3%. Con independencia de su situación actual, si pudiera elegir, el 51,4% preferiría vivir con su pareja (casado o no) y con sus hijos; el 28,3% con su pareja (casado o no); y el 10,8%, solo. El 64,9% vive con su cónyuge, frente a un 9% que lo hace con su pareja sin estar casado. En ambos casos, con una media de convivencia de 22,3 años.

Cuando está con su familia, el 67,8% se siente "casi siempre cómodo"; el 22,5% la "mayoría de las veces"; y el 8%, "algunas veces cómodo y otras a disgusto". Cuando habla de su familia, el 66% se refiere a los hijos; el 65,5%, al cónyuge o pareja; el 63,9%, a los hermanos; el 61,5%, al padre o la madre; el 17,5%, a los abuelos; y el 16,6%, a los tíos. En el 29,2% de los casos, la mayor parte de la familia vive en la misma localidad del encuestado; en el 28,3%, toda la familia; y en el 18,6%, aproximadamente la mitad, con la otra mitad viviendo fuera de esa localidad.


La salud y la familia, lo primordial

Los españoles consideran lo más importante de su vida la salud y la familia, por este orden, al puntuarlas con un 9,64 y un 9,54 en una escala del cero al 10, respectivamente. De hecho, el 44% sostiene que la familia es lo fundamental, seguida de la salud (33,4%) y el trabajo (12,2%). Las relaciones de pareja solo las destaca el 4,7%. Sin embargo, al preguntar sobre a quién acudiría en primer lugar en caso de encontrarse enfermo, el 47,5% recurriría a su pareja y el 23,4% a la madre, que también es la elegida por un 36,6% de los consultados para cuidar de los hijos menores. En caso de necesidad económica, un 23% pediría ayuda al padre y un 17,7% a la madre.

Un 44,8% asegura hablar con su familia sobre asuntos personales con bastante frecuencia, y un 46,9% visita a sus familiares bastante a menudo aunque no exista ningún motivo especial para ello. Un 47,2% cree que sin el apoyo de su familia no podría superar las situaciones difíciles y un 50,1% dice celebrar las fechas señaladas (cumpleaños, Navidades) en familia.

Los consulados señalan como actividades habituales con los hijos menores de 14 años: "darles muestras de cariño" (91,5%); cenar (88,9%); "preguntarles por sus cosas o charlar con ellos" (70,7%); comer (68,5%); ver la televisión (68,1%); jugar (59,2%); llevarles al colegio (53,8%); ayudarles en los estudios (52,3%) o leerles un cuento (42,5%).

Solo un 18,1% de los interpelados se declara "completamente satisfecho" con su vida, aunque un 46,5% da una calificación alta a su situación vital, entre siete y ocho puntos sobre 10. Un 29,9% le da un aprobado, entre 4 y 6 puntos. Un 63,4% cree que nunca se es lo suficientemente cuidadoso en el trato a los demás, mientras que el 32,2% opina que se puede confiar en la mayoría de las personas.

sexta-feira, 20 de agosto de 2010

Sofrimento social

Do sempre ótimo e antenado Que cazzo é esse?, blog pilotado pela Professora Cyntia Hamilim e pelos Professores Jônatas Ferreira (também da UFPE como a professora) e Arthur Perrusi (meu desconhecido vizinho do lado, aqui da UFPB), colho o artigo abaixo. É de autoria de Gabriel Peters, doutorando do IUPERJ.

A dor do outro distante: notas para uma agenda de pesquisa
Gabriel Peters

Os processos contemporâneos de globalização levaram a transformações profundas nos modos pelos quais as práticas humanas são coletivamente organizadas e subjetivamente vivenciadas no tempo e no espaço. Fortemente baseadas em tecnologias de transporte de bens e pessoas, bem como de produção e difusão de ideias e informações, as relações sociais atuais não estão mais, como é óbvio, circunscritas a situações de co-presença física, mas envolvem redes hipercomplexas de indivíduos e coletividades espacialmente distantes e culturalmente heterogêneos. De que maneiras esta “compressão espaço-temporal” (Harvey, 2001: 257) da existência em sociedade transformou as noções de responsabilidade moral com base nas quais os atores contemporâneos (especialmente as mulheres e homens “comuns”, se me permitem a frouxidão sociológica do adjetivo) intervêm em seus ambientes societários?

Um exame dos dilemas da responsabilidade moral na era da globalização (novo pedido de desculpas, desta feita pela grandiloquência) passa necessariamente por uma análise sociopsicológica das “implicações morais da distância” (Ginzburg, 2001: 199). Como a proximidade e a distância geográficas afetam o senso de responsabilidade moral exercido pelos agentes? Os efeitos da imediatez e da longinquidade espaciais sobre os “sentimentos morais” dos atores podem ser magnificados ou, ao contrário, contrabalançados pela influência de outras variáveis, tais como um sentido subjetivo de proximidade ou distância social (cultural, étnica, geracional, etc.)? Em nenhum cenário tais questões parecem ser tão dramatizadas quanto naqueles em que os indivíduos são colocados, de algum modo, “diante da dor dos outros”, na expressão de Susan Sontag (2003).

O estudo de nossas reações psicológicas e práticas ao sofrimento de outras pessoas atravessa a história da filosofia moral – como ilustram os escritos de Aristóteles sobre a compaixão ou a teoria da simpatia de Adam Smith. Ainda que esta venerável história inclua, desde o seu o início, algumas discussões reveladoras acerca da significação moral da proximidade e da distância, o tema só veio à tona com força recentemente (e compreensivelmente). Alguns dos primeiros a discuti-lo foram o filósofo Hans Jonas em O princípio responsabilidade (2006) e o (famosíssimo) sociólogo Zygmunt Bauman em Modernidade e Holocausto (1998), ambos avançando a tese da existência de um hiato, na modernidade, entre a imensa ampliação do alcance espaço-temporal das ações humanas, de um lado, e a persistência de uma sensibilidade moral ainda largamente focada nos contextos mais imediatos da proximidade e da co-presença física, de outro. As conclusões de ambos apontavam para o fato de que a maior parte das orientações éticas legadas por nosso passado estavam fundadas sobre um modelo de conduta com efeitos restritos em termos de tempo, espaço e ambiente sociocultural, sendo, assim, insuficientes ante a enorme expansão da influência causal das intervenções humanas sobre os mundos natural e social na era da ação à distância tecnologicamente mediada.

Um dos problemas que avultam a partir do momento em que se pensa a pertinência sociológica e ético-política das reflexões de Bauman e Jonas para o mundo contemporâneo está relacionado ao extraordinário incremento hodierno na produção e difusão de registros visuais e textuais do sofrimento, em particular através da televisão e da Internet. O que muda com a avalanche de notícias internacionais circulando na midiápolis global, as quais parecem oferecer, como nunca antes, a possibilidade de que seus consumidores se percebam como parte de um “único mundo”? A difusão ainda mais recente de tecnologias de gravação e transmissão de conteúdo simbólico (imagens em particular) para além dos órgãos convencionais de comunicação também torna possível uma multiplicação correlata de documentos icônicos e narrativos de acontecimentos de importância política ou humanitária os quais, de outro modo, permaneceriam invisíveis, seja em virtude do desinteresse da mídia, seja em virtude da existência de mecanismos tradicionais de censura (veja-se, por exemplo, as imagens documentais, feitas in loco e transmitidas por meios de comunicação mundo afora, dos protestos de monges budistas em Mianmar [2007] ou de oposicionistas no Irã, após a reeleição de Ahmadinejad [2009]). Outrora, a distância espacial significava necessariamente invisibilidade, ausência do campo de percepção. Mas o que ocorre numa situação em que, como diz Jean-Luc Godard, torna-se possível assistir ao que não se vê?


Queres ler o resto do artigo? Bueno, então clique aqui.

sexta-feira, 13 de agosto de 2010

A sociologia e o "bandido"

Você se interessa pela sociologia da violência? Se sim, não deixe de ler o texto abaixo. O autor é Professor Michel Misse. Eu já postei textos dele neste espaço. Confira, então, a abordagem instigante que o autor faz a respeito dessa categoria social que é o "bandido". O artigo foi publicado na Revista Lua Nova.

Crime, sujeito e sujeição criminal1: aspectos de uma contribuição analítica sobre a categoria "bandido"
Michel Misse

Muitas contribuições recentes à teoria do sujeito têm argumentado que a experiência de tornar-se sujeito está vinculada fundamentalmente à experiência da subjugação. Nesse sentido, o sujeito seria o pressuposto da agência, já que não se pode explicá-la sem a intervenção ativa que contrapõe a estrutura. Se tomarmos estrutura como poder (mesmo no sentido amorfo weberiano), então a experiência da sujeição (no sentido de subjugação, subordinação, assujetissement) seria também o processo através do qual a subjetivação a emergência do sujeito se ativa como contraposto da estrutura, como ação negadora. O sujeito, nesse sentido, é o efeito de ser posto pela estrutura (poder) e de emergir como seu ser contraposto e reflexivo (potência). É assim que autores como Foucault (1977, 1984, 1988, 2006), Althusser (1972), Butler (1997, 2005) e, mais recentemente, Das (1989, 2005) e Das et al. (1997), tentam responder ao persistente paradoxo de se pensar a ação reflexiva e a interação sem perder de vista suas determinações, particularmente do ângulo de quem se encontra subalterno.

Entretanto, essas contribuições tendem a pensar o sujeito social que emerge da experiência de subordinação como "sujeito revolucionário" que põe novos valores (marxismo, feminismo, movimento gay, ecologia etc.); raramente o tomam pela sua ação egoísta, voltada para si ou para seu grupo, cínica ou cética quanto à necessidade do Outro que não seja sob a forma também da subordinação ou de sua subjugação. Dito de outro modo: raramente o sujeito que emerge da experiência da subordinação é pensado como sujeito que subordina ou que subjuga, que produz outros assujeitamentos e, portanto, também outros sujeitos. Um dos argumentos para não pensá-lo como sujeito é exatamente o fato de que ele não põe valores, não é "democrático" (Wiewiorka, 2008). Entretanto, se o negamos como sujeito, caímos em novos paradoxos, entre os quais o de repor o conflito entre ação e estrutura, para os quais teríamos dois pesos e duas medidas. Afinal, o que queremos dizer quando afirmamos que o "ator pensa", que o "ator sofre", que o "ator ama"? Pensar, sofrer e amar não são categorias assimiláveis analiticamente nem à estrutura, nem aos papéis, nem ao ator e nem à agência.

A sociologia convencional tem preferido esquivar-se desses problemas refugando a discussão sobre o processo de subjetivação à psicologia, à psicanálise, à filosofia e aos chamados cultural studies, e defendendo no plano micro a autonomia constitutiva da interação social, através dos conceitos clássicos de self, identidade social, ator social, papéis e status sociais. Para ligar esse plano de categorias interacionistas ao plano da estrutura, das instituições, das práticas e da ação coletiva recorre por vezes à noção de agência. Se tomarmos importantes contribuições que lidam com temas como o nosso, por exemplo, os trabalhos de Erving Goffman e Howard S. Becker, observaremos o quanto noções como "estigma" e "rótulo" tensionam com essa tradição mas evitam confrontar diretamente a categoria implícita do sujeito que sofre e manipula o estigma ou que rotula ou é rotulado, preferindo permanecer no ocultamento tático do sujeito sob o self social. De alguma maneira, o sujeito é posto "fora" do self, como seu "fundo" ou sua "essência", para melhor se livrar dele. O sujeito do self, como já se disse inúmeras vezes, não pertenceria à sociologia, assim como o descascar das camadas da cebola não nos conduz a qualquer "profundidade"; quando a buscamos, não encontramos nada além da própria cebola descascada. No entanto, o paradoxo persiste, pois há um agir que se define por sua autonomia frente à estrutura, frente à função e contra o "já dado", que põe e resgata o sujeito em algum lugar que está no self mas que, ao mesmo tempo, o nega e o ultrapassa no desejo, nas emoções, na produção do sentido e na ação reflexiva propriamente dita. O sujeito não está em qualquer profundidade do self, é apenas uma outra forma de abordá-lo.

As minhas pesquisas têm me conduzido à constatação de que há vários tipos de subjetivação que processam um sujeito não revolucionário, não democrático, não igualitário e não voltado ao bem comum. O mais conhecido desses tipos é o sujeito que, no Brasil, é rotulado como "bandido", o sujeito criminal que é produzido pela interpelação da polícia, da moralidade pública e das leis penais. Não é qualquer sujeito incriminado, mas um sujeito por assim dizer "especial", aquele cuja morte ou desaparecimento podem ser amplamente desejados. Ele é agente de práticas criminais para as quais são atribuídos os sentimentos morais mais repulsivos, o sujeito ao qual se reserva a reação moral mais forte e, por conseguinte, a punição mais dura: seja o desejo de sua definitiva incapacitação pela morte física, seja o ideal de sua reconversão à moral e à sociedade que o acusa. O eufemismo de "ressocialização" ou de "reinserção social" acusa, aqui, por denotá-la, a "autonomia" desse "sujeito", e paradoxalmente a sua "não sujeição" às regras da sociedade.
A minha questão envolve a constatação de uma complexa afinidade entre certas práticas criminais as que provocam abrangente sentimento de insegurança na vida cotidiana das cidades e certos "tipos sociais" de agentes demarcados (e acusados) socialmente pela pobreza, pela cor e pelo estilo de vida. Seus crimes os diferenciam de todos os outros autores de crime, não são apenas criminosos; são "marginais", "violentos", "bandidos".


Tenho procurado entender esse complexo processo social, que teve no Rio de Janeiro o seu primeiro e mais conhecido desdobramento no Brasil, como o de uma "acumulação social da violência" (Misse, 1999; 2006; 2008a). É como se alguns fatores sociais se alimentassem reciprocamente em algo como uma causação circular acumulativa, gerando, de um lado, acumulação de desvantagens para um segmento da população e, de outro, estratégias aquisitivas partilhadas tanto por agentes criminais quanto por agentes encarregados de reprimi-los, de um modo que ganhou diferentes graus de legitimação em importantes camadas da sociedade mais abrangente. Além da associação entre acumulação de desvantagens e incriminação preventiva de certos "tipos sociais", desenvolveu-se um persistente processo de "sujeição criminal" de uma parcela de agentes de práticas criminais. Tal dinâmica terminou por constituir algo como uma "cultura" associada a esses sujeitos.

1. Sobre o conceito de "sujeição criminal", ver Misse (1999). Aproveito, neste artigo, trechos de minha argumentação primeiramente apresentada naquele estudo. A este respeito, ver também Misse (2006).

LEIA O ARTIGO COMPLETO! Clique aqui.

terça-feira, 15 de junho de 2010

O bem e o mal segundo Touraine


Leia abaixo entrevista com Alain Touraine. Foi publicada no jornal espanhol EL PAÍS.


ENTREVISTA
"El mal y el bien existen"
ALAIN TOURAINE Sociólogo, Entrevista con el sociólogo Alain Touraine

FRANCESC ARROYO - Barcelona - 14/06/2010


Alain Touraine lo tiene claro: "El mal y el bien existen. El bien es lo que permite al hombre vivir de manera humana. Eso significa ser respetado, no ser humillado, ser reconocido como igual en derechos al margen de si uno es un campesino peruano o un premio Nobel de Física". La afirmación le lleva a proponer objetivos sociales: "Hay que reconstruir una sociedad en la que las instituciones tengan la capacidad de crear espacios de reflexión. Un hombre es su trabajo, su familia, pero debe tener distancia respecto a eso. Y esa distancia puede desaparecer si tengo que trabajar como un animal, si se destruye mi conciencia porque me tratan como un animal". Más allá de los últimos relativismos de moda, Touraine sostiene: "Es bueno un acto que defiende mi capacidad de actuar de manera reflexiva. No por mi estatus social, sino como individuo portador de un sujeto universal".


Es la tesis de su último libro, La mirada social (Paidós), sobre el que hace varios días impartió un seminario y una conferencia en Barcelona, invitado por el Institut d'Estudis Catalans. El mundo ha cambiado mucho en las últimas décadas, dice el reciente premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, galardón que comparte con Zygmunt Baugman. Las viejas palabras ya no sirven para entender el presente. "El mundo cambia incluso geográficamente", explica. "No sabemos si Europa, dentro de 50 años, será un continente atrasado o avanzado, porque no tenemos crecimiento, mientras que el resto del mundo sí lo tiene: África y China incluso muy fuerte. Se necesita que los intelectuales den un primer mapa, lleno de errores, pero que indique lo que ocurre. Eso supone que quieran hacerlo, lo que implica resistir a la búsqueda de la celebridad, del dinero. De venderse a empresas de publicidad, por ejemplo. Y no es tan fácil. Hay que tomarse muy en serio la responsabilidad de los intelectuales. Pero estos tienen que pensar los cambios: los tecnológicos, la destrucción de los grandes regímenes totalitarios. Procesos de transformación muy profundas que afectan a la vida cotidiana de la gente".


En cierto sentido, afirma, el mundo vive hoy "desorientado". "Cuando hablamos de la realidad social empleamos palabras que ya no entendemos. Si digo 'democracia', cualquiera entiende que es lo contrario de autoritarismo. Pero nadie sabe lo que significa democracia. Ni siquiera ciudad. No es lo mismo una de 30 millones, Tokio, que Barcelona o París. Son categorías diferentes. Nadie sabe de qué sirve la escuela, la cárcel, qué es la familia. No hay respuestas aceptadas para eso. Hay que reinventar las categorías básicas para comprender la realidad".


Y entre esas categorías, Touraine recupera la de sujeto. El sujeto es el ser humano dueño de sus actos. Así lo explica: "En el pensamiento moderno llega un momento en el que no se puede evitar el actor. Hay un sistema con su lógica interna, por ejemplo el capitalismo, que se dirige hacia una crisis definitiva inevitable. La globalización de la economía es mucho más que su internacionalización. Deja el mundo económico fuera del alcance de cualquier actor. La crisis de 2008 tiene una lógica perversa: hay un sector financiero que se desinteresa totalmente de las inversiones y la economía, y convierte el beneficio en la única meta. Lo social desaparece. Está deshecho, sin sentido. De forma que hay que plantearse si hay una fuerza que tenga la capacidad de resistir a ese mundo económico global".


Crear mecanismos de comprensión de la sociedad que permitan la resistencia frente a esos poderes es, insiste, una de las tareas de los intelectuales hoy.Y concluye: "En cierto sentido, volvemos a la Ilustración: los derechos humanos, la dignidad, el ser humano como portador de derechos universales. La igualdad como base de la democracia, pero con carácter universal".

segunda-feira, 12 de abril de 2010

Resenha de livro de Peter Burke e Maria Lúcia G. P. Burke sobre a obra de Gilberto Freyre

Abaixo transcrevo resenha do livro de autoria de Peter Burke e Maria Lúcia G. Pallares Burke sobre a teoria social em Gilberto Freyre. Vale a pena conferir! O texto é de autoria de Marcos Cardão, do CEHCP/ISCTE (Portugal), e foi publicado na revista Análise Social.

Peter Burke e Maria Lúcia G. Pallares-Burke, Gilberto Freyre. Social Theory in the Tropics, Oxford, Peter Lang, Ltd., 2008, 261 páginas.



Concebido sob os auspícios das celebrações do "ano nacional de Gilberto de Mello Freyre", o livro, escrito a quatro mãos, principia com uma frase sintomática do autor brasileiro: "O passado nunca foi; o passado continua". Raramente a escolha de uma epígrafe é tão reveladora da intenção de Peter

Burke e Maria Lúcia Pallares-Burke que, para tornarem "Gilberto nosso contemporâneo", procuram esconjurar os traumas do passado, actualizando as teorias de Gilberto Freyre para o século xxi.

Apesar de estarmos perante um livro de síntese, voltado sobretudo para o público estrangeiro que desconhece Gilberto Freyre, a exposição evita leituras simplistas e lineares da sua obra. Os autores fazem, aliás, questão de enfatizar o feixe de contradições do seu percurso intelectual e político, analisando-o numa pluralidade de contextos. Desta opção resulta uma visão mais equilibrada de Gilberto Freyre, o que contribui para clarificar algumas questões referentes ao seu trajecto.

O livro está dividido em sete capítulos, que contemplam núcleos temáticos e não cronológicos da obra de Freyre. Esta semibiografia, inserida na colecção "the past in the present" (que visa estimular a divulgação de autores e ideias relevantes para os problemas actuais), apresenta Gilberto Freyre enquanto precursor da "teoria social nos trópicos" e encorajador da harmonia e fraternidade entre "raças" e culturas. Creio, no entanto, que esta apreciação é discutível, sobretudo na forma como os autores a realizam: "Freyre's ideas are of particular relevance today for both political and academic reasons. His suggestion that Brazilians should accept themselves as a mixture of ethnic groups and cultures [...] remains a topical issue in Brazil, but globalization has made it relevant to many other parts of the world as well" (p. 18). Ao combinar valorização científica com relevância política, os autores implodem as distinções conceptuais, correndo o risco de simplificar o seu argumento. Aliás, sob o ponto vista político, creio que a actualidade de Freyre deveria ser equacionada à luz de uma forma particular de dissolver os conflitos que privilegia as justaposições harmónicas aos conflitos abertos. Esta forma de solucionar as disputas define-se, precisamente, pela conquista do terreno "neutro", o que contribui para naturalizar as formas orgânicas de complementaridade social em nome do consenso.

A opção pela indistinção conceptual assinala uma mudança no pensamento dos autores, designadamente de Peter Burke, que anteriormente apenas se referia às "afinidades electivas" entre a história social de Gilberto Freyre e a história nova realizada pelos Annales, sem extrapolar essas considerações para o campo da política. À semelhança, aliás, do que aconteceu com pensadores contemporâneos de Gilberto Freyre — como Fernand Braudel, Lucien Febvre ou Roland Barthes — que identificaram atempadamente as valências do seu pluralismo metodológico, bem como a sua irresistibilidade literária, quase proustiana, apesar de o seu estilo coloquial e impreciso ter sido incompreendido pela ortodoxia académica da época.

Neste livro, os autores despolitizam, porventura, algumas concepções freyrianas, sobretudo quando enfatizam a sua importância para o presente: "one of the central arguments of this book is that histories and historical writing [...] need to be redrawn in order to take account of the pioneering work of this gifted sociologist-historian from the periphery" (p. 17). Este pioneirismo tende a elidir que na origem da observação nostálgica do mundo dos senhores de engenho estava uma reacção de Freyre à chegada da modernidade ao Brasil. A própria noção de "equilíbrio de antagonismos", mais do que uma opção teórica, deve ser examinada à luz de uma interpretação do Brasil pelo lado do afecto, que tem consequências normativas, pois assegura o equilíbrio de um país. Creio, por isso, que é necessário contestar a naturalização do pioneirismo de Gilberto Freyre de modo a evitar que o seu regresso apareça metamorfoseado numa figura da moderação. Nesse sentido, parece-me adequado questionar algumas noções dos Burkes, principalmente aquelas que tendem a encerrar o seu estudo num sistema de valorização do autor. Opção particularmente evidente nos dois primeiros capítulos, "The importance of being Gilberto" e "Portrait of the artist as a young man", que, apesar da elegância wildeana e joyceana dos títulos, são indicativos de uma estratégia académica que encontra no autor a resolução para os enigmas do tempo.

Refira-se, porém, que a importância do autor não é sinónimo da sua hagiografia, pois os autores não se coíbem de referir as contradições do percurso de Freyre, nomeadamente o seu desvio racista na década de 1920, quando o tema ainda tinha algum peso científico. Nessa altura, Freyre testemunhou o reforço das ideias racistas nas campanhas que restringiam a imigração nos EUA, tendo, inclusivamente, afiançado que a sua não aplicação ao Brasil prejudicaria o país. Segundo os autores, o jovem Freyre teria sido vítima do espírito do tempo: "It was therefore understandable that Freyre would take these racist opinions as if they were proved scientific facts and that, following the majority of people around him, his prejudices would grow stronger" (p. 38).

De regresso ao Brasil, Gilberto Freyre reencontrou nas tradições da sua região um argumento para colmatar o complexo de inferioridade, realizando em Casa Grande & Senzala uma evocação poética e sensual do seu passado que possibilitou a invenção do Brasil. Os autores dedicam um capítulo inteiro à sua obra-prima, Master and Slaves, documentando de forma clara vários detalhes do livro, que vão desde a história de infância até às questões de género, raça, cultura, hibridismo, etc.

As contribuições do seu primeiro livro foram inúmeras e a sua repercussão pública transformou Gilberto Freyre num "intelectual público". Esse é o tema do quarto capítulo, no qual os autores estudam as conturbadas ligações entre o intelectual e a política. Se, na década de 1930, Gilberto Freyre foi tomado por "agitador" e "bolchevique" por advogar, entre outras coisas, um inquérito às condições de trabalho dos usineiros nordestinos, na década de 1950 o escritor brasileiro tornou-se cúmplice do regime salazarista ao aceitar viajar por "tantos portugais", elaborando uma teoria sobre o modo português de colonizar. Posteriormente, radicalizou a sua posição política e apoiou a ditadura militar brasileira, extremando, assim, o seu brasileirismo, que, segundo os autores, "had got out of hand at this time, and that his concern with foreign ideas and intrusions, which according to him might `debrazilianize' the country, had made of him an aggressive nationalist" (p. 123).

Estes exemplos demonstram que o livro dos Burkes, contrariamente aos estudos apologéticos ou aos libelos acusatórios, é um divisor de águas nos estudos freyrianos. Todavia, ficamos com a sensação de que os autores tentam preservar o melhor de Gilberto Freyre, especialmente quando consideram "compreensíveis" as suas simpatias pelo racismo científico, associando essa filiação ao espírito do tempo. O mesmo se passa quando referem a aparente excepcionalidade do seu "nacionalismo agressivo", emitindo juízos de valor sobre formas de nacionalismo, como se estas fossem naturalmente boas ou más, e não formas permeadas por determinações ideológicas que cristalizam diferenças e rivalidades nacionais.

No quinto e sexto capítulos, "Empire and republic" e "The social theorist", os autores destacam o papel do sociólogo brasileiro na introdução de abordagens que favoreceram o pluralismo metodológico; o estudo das práticas da vida quotidiana, incluindo o vestuário, a culinária, o corpo e outros detalhes aparentemente triviais da vida quotidiana; o estudo das questões identitárias e culturais. Na análise da sua "teoria social", os autores refutam a ideia de "luso-tropicalismo", por esta estar demasiado ligada ao colonialismo português; no entanto, reaproveitam a ideia de "democracia racial", esvaziando a sua controvérsia. Embora os autores discutam as formas de recepção da "democracia racial", a sua polémica tende a ser dissipada na medida em que esta aparece como um sinónimo de consenso e paz social. A ideia passa a assumir um carácter de horizonte inultrapassável para a convivência fraternal e harmónica entre "raças" e culturas no século xxi: "in an age of racist revival and racist violence, it is clear that the world still has something to learn from Gilberto Freyre's `mixophilia' and his encouragement of harmony and fraternity" (p. 214).

É, pois, no espírito do wishful thinking que os autores encerram o livro com um capítulo intitulado "Gilberto our contemporary". A contemporaneidade de Freyre, para além de académica, seria também política, pois as suas normas anti-racistas ajudariam a prevenir as contendas, evitando, assim, a irrupção de conflitos raciais. Contudo, os autores parecem esquecer que essas normas, indissociáveis do projecto freyriano de imaginação do Brasil, não impediram que a obliteração das diferenças, por via da miscigenação e consequente patrimonialização da mulata, apagasse as desigualdades. Nesse sentido, a "democracia racial" encobriu, mas não resolveu, os problemas do Brasil.

Apesar de o livro encerrar com o seu capítulo menos conseguido, sobrevalorizando o nacionalismo que Gilberto Freyre criou e o seu pioneirismo científico, os autores conseguem reinventar estudos freyrianos, acrescentando dados indispensáveis a futuras análises. A recensão concisa do trajecto de Freyre culmina numa proposta de regresso à sua obra, agora sob o signo da subalternidade contra-hegemónica dos trópicos. Não deixa, contudo, de ser irónico que, após a sua celebração popular, o autor avesso e incompreendido pelas academias oficiais regresse precisamente por essa via. Mas não será a institucionalização académica de Gilberto Freyre a condecoração que faltava ao homem que tropicalizou o Brasil?



Marcos Cardão

CEHCP/ISCTE

terça-feira, 30 de março de 2010

Conversa com o autor: Gabriel Cohn

Gabriel Cohn é um dos mais importantes cientistas sociais brasileiros. É o sociólogo brasileiro com maior conhecimento na obra de Max Weber. Você poderá saber um pouco mais sobre ele e sobre sua obra assistindo aos vídeos postados abaixo. Clique! Vale a pena!





quinta-feira, 11 de março de 2010

Profissão e ideologia

Leia o texto abaixo, transcrito do Ex-Blog do César Maia. Pelo menos, você se diverte um pouco. Ou, pior, descobre a motivação de fundo de sua opção profissional e resolve ser garçon em algum restaurante na Praia de Imbassay, lá na Linha Verde...

IDEOLOGIA DAS PROFISSÕES!
(NYT/FSP, 09)

1. Por que as pessoas de pensamento mais à esquerda preferem ser professores? Dois sociólogos acham que podem ter encontrado a resposta: os papéis, ou profissões, de cada pessoa seriam escolhidos por ela segundo sua personalidade ou preferências. Basta pensar na imagem clássica de um professor de letras, filosofia ou ciências sociais, campos em que a assimetria é mais forte.

2. Empregos ou profissões podem ser enquadrados em estereótipos diferentes, disseram Neil Gross e Ethan Foss, os autores do estudo. Eles citaram, por exemplo, a proporção baixa de enfermeiros, comparados às enfermeiras. A razão principal da disparidade é que a maioria das pessoas vê a enfermagem como profissão feminina, disse Gross. A enfermagem sofre o efeito do que os sociólogos chamam de "estereotipagem de gênero".

3. Para Gross, "professores universitários e vários outros profissionais são alvos de estereotipagem política". Jornalismo, artes, carreiras da área social e terapia são dominados por pessoas de viés à esquerda. Policiamento, agricultura, odontologia, medicina e carreiras militares atraem mais conservadores nos EUA.

4. Esse é um dos únicos estudos a utilizar dados da Pesquisa Social Geral de opiniões e comportamentos sociais e a comparar os professores ao resto da população americana. Usando uma técnica econométrica, eles testaram quais das teorias mencionadas com frequência eram substanciadas por provas, e quais não eram. Quase a metade da assimetria política presente no mundo acadêmico pode ser atribuída a quatro características compartilhadas pelos professores universitários em particular: alto grau de instrução; posição religiosa não conservadora, tolerância declarada por ideias controversas e disparidade entre grau de instrução e renda.

quinta-feira, 26 de novembro de 2009

Por uma sociologia do fracasso intelectual


Os derrotados são interessantes. É lá onde a luminosidade não penetra, nos becos e nos subterrâneos, que jazem histórias dignas de análise. Por quê? Ora, porque elas nos ensinam e esclarecem muito sobre o mundo da superfície. Para além dos sentimentos e emoções mais fáceis de apreensão, e sobre o quais se voltam sôfregos os candidatos a cientistas sociais mais apressadas, existem valores, regras e princípios que merecem ser perscrutados para um melhor entendimento do campo da produção cultural. E não apenas no Brasil.


Voltarei ao tema... Prometo!

quarta-feira, 25 de novembro de 2009

Internet e política

Leia abaixo uma entrevista de um dos mais importantes cientistas sociais contemporâneos, o espanhol Manuel Castells. (O trecho abaixo foi transcrito do Ex-Blog do César Maia).

"INTERNET: O NOVO É QUE AGORA PODEMOS VIGIAR OS GOVERNOS"!
Trechos da entrevista do sociólogo Manuel Castells, (El País, 24)

1. Se as pessoas se sentem sós, estarão menos sós com a Internet. O uso da Internet favorece a sociabilidade e diminui a sensação de isolamento. Quem a utiliza, tem mais amigos, sai mais frequentemente, participa mais politicamente, tem maiores interesses e atividades culturais. Internet expande o mundo.

2. Com ela a capacidade de investigar é como nunca existiu. Se você sabe onde buscar (que é a grande condição) e o que buscas, pode estar sempre atualizado.

3. Os Estados têm medo da Internet porque perderam o controle da comunicação e da informação, em que basearam seu poder ao logo da história. Ela é útil para a educação, os serviços públicos, a economia. O Estado entra na privacidade das pessoas. E sempre o fez, com ou sem uma ordem judicial. Se quiser, nos vigia. Todos os governos do mundo o fazem. O NOVO é que agora nós podemos vigiar os governos.

4. Internet altera as relações de poder, incrementando o poder dos que tinham menos poder. Isso não quer que os que sempre tiveram poder deixem de tê-lo. Tem, mas tem menos. No mundo dominado pela TV, as imagens ativam o medo. No mundo livre da Internet pode-se ter suficientes imagens de outro sentido para ativar seus outros elementos metafóricos, e assim diminuir o medo e aumentar a confiança.

5. Os jornais desocuparão os espaços de hoje, no dia em que a edição de papel seja um produto de luxo, que só alcançará às elites. Quando se pagar 30 reais por um jornal de papel, a maior parte dos leitores irá ler notícias na web.

quarta-feira, 7 de outubro de 2009

A relação entre opção religiosa e violência

Mais um texto do Professor Gláucio Soares.

Religião, crime e política
Glaucio Ary Dillon Soares


As pesquisas demográficas, econômicas e sociológicas do crime, em geral, e do homicídio, em particular, usam predominantemente dados agregados. As teorias psicológicas e psicossociais usam dados individuais. As tentativas de integrar essas teorias levaram à realização de difíceis pesquisas chamadas de multilevel, de níveis múltiplos, porque umas variáveis explicativas tinham que ver com o país, com o estado ou com o município (três níveis diferentes) e outras com traços individuais (um quarto nível). No diálogo competitivo entre essas teorias, a preocupação era saber se variáveis de um tipo contribuíam para explicar a variância (do crime ou homicídio) quando as variáveis do outro tipo estavam controladas. Era um cabo de guerra, indivíduo versus contexto. As piores equações olhavam o crime como feito por indivíduos sem contexto ou por contextos sem indivíduos. A melhor equação olhava o crime como resultante de indivíduo, mais contexto e mais suas interações. Interações?

É. O diálogo fecundo entre as perspectivas vai mais longe: além de confirmar que tanto indivíduo quanto contexto contam, buscam interações, condições nas que uma das características individuais e contextuais produzem resultado diferente da soma de suas influências. Alguns, pesquisando a delinquência juvenil, perguntaram se a participação e o involucramento religioso protegiam os indivíduos nas vizinhanças negativas. Uma espécie de “efeito do colchão” ou “efeito amortecedor”. Os resultados mostram que o baixo nível socioeconômico do bairro aumenta a probabilidade de crimes violentos. Porém, interações entre níveis analíticos diferentes mostram que esse efeito é atenuado pelo involucramento religioso. Em áreas de nível socioeconômico algo mais alto, participar de uma religião rigorosa amortece os efeitos contextuais sobre o uso de drogas.

Porém, a relação não é fácil nem simples. Há variáveis que estão associadas com a religião e também estão associadas com o crime e a violência, aumentando ou diminuindo o risco, seja de cometer um crime, seja de ser vítima dele. Há alguns anos, no Distrito Federal, constatei uma associação entre a religião (denominação religiosa) e o nível educacional. Somente 21% dos espíritas e esotéricos eram analfabetos ou tinham, no máximo, primário incompleto, pouco menos que os católicos, com apenas 23%; entre protestantes era um pouco mais alta, 36%, atingindo 40% entre os evangélicos. Com base na educação, e somente na educação, os evangélicos deveriam ter uma taxa de crimes muito alta, mas tal não acontece. Nas áreas mais pobres das regiões metropolitanas, que são mais violentas, os evangélicos convivem com altas taxas de crimes violentos. A coexistência entre evangélicos, traficantes e outros criminosos faz que essas áreas tenham grande diferenciação interna no crime e na violência, graças à convivência entre pessoas com taxas muito altas e pessoas com taxas muito baixas, o que provoca uma relação sui-generis entre religiosos e criminosos, sendo que a religião, particularmente as evangélicas, passa a ser fundamental para impedir a entrada de jovens na vida do crime e para facilitar a saída dele. Porém, além do contexto espacial (favela, invasão) e institucional, há variáveis individuais, como a religiosidade, que são relevantes. Alguns fiéis se sentem mais religiosos do que outros. A religiosidade inclui comportamentos como a frequência à missa, à igreja e a outros rituais religiosos, e sentimentos como a autodefinição (muito, bastante, religioso ou nada religioso). Os dois se correlacionavam negativamente com a educação — a maior educação formal, menor religiosidade, formando um triângulo de influências que atuam em sentido contrário: a mais educação, menos religião e menos crimes violentos; a mais religião, menos crimes.

O Brasil é um dos países mais interessantes para estudar a religião: onde há mais espíritas, mais católicos, mais sincretismo religioso com o cristianismo (misturam duas ou mais religiões, uma delas cristã), onde cresceram muito os evangélicos pentecostais e neopentecostais, onde Edir Macedo, fundador da Igreja Universal do Reino de Deus, lançou um livro, Plano de poder, alegando que Deus quer que sua igreja, apoiada pelos demais evangélicos, tome o poder no Brasil e há um partido liderado por evangélicos, o PRB. Ironicamente, essa riqueza social e política é desprezada na nossa pós-graduação, cujas leituras são dominadas por A ética protestante e o espírito do capitalismo, de Max Weber, escrito há mais de um século. Em todos os cursos encontrei apenas um seminário sobre religião e política. Nele, todos os autores são europeus e mortos há muito tempo. Decididamente, nossos cientistas políticos e sociais vivem em outro continente e em outro século.

quarta-feira, 26 de agosto de 2009

Qual o lugar dos intelectuais na cena pública contemporânea?

A pergunta que encima este post te parece um tanto demodé? Paciência... Mas essa é uma daquelas questões, impostas como uma espécie de mantra para não poucos, que assombram o nosso "campo". A sociologia, não raro com incontida sofreguidão, tenta abordá-la. Algumas vezes, quando contam com os auxílios da ferramentas analíticas da sociologia de Pierre Bourdieu, analistas até produzem algo que valha a pena.

Caso tenhas disposição, clique aqui para ler, talvez pela enésima vez, um artigo sobre a questão. Mais abaixo coloco o resumo (em espanhol) do referido texto.


El estudio de los intelectuales: una reflexión

Autores:
JOSÉP PICÓ, JUAN PECOURT

El estudio de los intelectuales se ha formalizado como una disciplina autónoma, como un objeto de análisis diferenciado, que se encuentra en el cruce de caminos entre diversos campos académicos que van desde la historia hasta la sociología y la ciencia política. En este artículo hacemos un breve recorrido por las principales aportaciones teóricas y metodológicas que se han realizado sobre el tema, contextualizadas en el momento histórico en el que surgieron. Observaremos la aparición del intelectual dentro de la lógica del desarrollo de la modernidad, y cómo surgen las primeras aproximaciones teóricas que intentan comprender su configuración. Este fenómeno ha cruzado todo el siglo XX y ha llegado hasta los comienzos del nuevo milenio, donde, una vez más, se han desatado apasionados debates académicos sobre su continuidad o desaparición. La muerte del intelectual como actor social es debatible, pero la vigencia de los estudios sobre los intelectuales es hoy en día indudable.

sexta-feira, 14 de agosto de 2009

A pós-graduação em Sociologia no Brasil: uma avaliação

Em palestra proferida no Fórum sobre "Política Científica e Ciências Humanas", ocorrido no último pelo Congresso da SBS, o Presidente da CAPES, Profº Jorge Guimarães, apresentou um "estado da arte" da área. Naquela oportunidade, o dirigente afirmou que, comparativamente às outras disciplinas das ciências humanas, a sociologia tem alcançado um status de "ciência madura". Acesse aqui as transparências da referida palestra.

segunda-feira, 15 de dezembro de 2008

Simmel e a pobreza

Acesse aqui e leia uma resenha temática abordando a relação entre a obra de Georg Simmel e a sociologia da Pobreza. De autoria da Professora Anete B. L. Ivo, da UFPE, o texto foi publicado no Caderno CRH.

terça-feira, 2 de dezembro de 2008

Pensar e atuar: algumas anotações sociológicas

Abaixo transcrevo texto publicado no EL País no qual o sociólogo Ignacio Sotelo analisa os desafios colocados para a ação. O pano de fundo é uma reflexão sobre os ingredientes da atual crise financeira.

TRIBUNA: IGNACIO SOTELO
La dificultad de actuar

Pensar es fácil, actuar, difícil; pero lo más difícil, actuar siguiendo nuestro pensamiento", escribió un Goethe que supo combinar la creación con la actividad político-administrativa.

Para el que disponga de una cierta capacidad intelectual -lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta- y esté algo entrenado -nada se consigue sin constancia-, pese al esfuerzo doloroso que a menudo conlleva, pensar resulta fácil, porque en último término depende de uno mismo. El que se piense solo, aunque siempre en un contexto social, reaccionando ante lo que otros han pensado, facilita mucho las cosas. En cambio, se actúa únicamente con la mediación y el concurso de los otros. La dificultad intrínseca de la acción radica en que realización y resultados dependen de personas que escapan a nuestro control. La acción consiste en motivar a otros a perseguir un objetivo común, que no puede alcanzarse sin el respaldo de los demás.

Influir sobre el comportamiento de los otros suele ser mucho más arduo que hilvanar unas cuantas ideas con pocas probabilidades de que, sea cual fuere la calidad, salgan de un estrecho recinto. Aunque algunas, a veces pasado bastante tiempo, llegan a cambiar el curso de la historia, otorgar la preeminencia al pensar no deja de ser una secuela de la sociedad esclavista griega para la que obrar es el destino de aquellos a los que la naturaleza no los ha dotado de otras facultades. Para unos, lo propio es pensar-mandar, para otros, actuar-obedecer.

La idea de que actuar sea más difícil que pensar sorprende menos si se cae en la cuenta de que la acción rara vez proviene de la iniciativa individual, sino que transcurre por cauces trazados de antemano, que se ajustan a los modos y fines de las instituciones desde las que se actúa. El caso paradigmático es el del funcionario, obligado a someter su acción a normas muy estrictas. El comportamiento del empresario, que suele mencionarse como el opuesto, tampoco escapa a las ideas trilladas ni a los recelos dominantes, por mucho que afirmarlo contradiga los prejuicios que legitiman el orden establecido. Moverse fuera de lo manido suele conducir al fracaso, aunque a veces sea fuente excepcional de éxito.

Tan infrecuentes como los pensamientos originales son las acciones al margen de los canales instalados, pero, nada tan difícil, a la vez que tan raro, como perseguir objetivos que provengan de una reflexión personal. Si además la acción se mueve en el plano de una política que persigue un único afán, llegar al poder y, cuando se ha alcanzado, no perderlo, las complicaciones crecen exponencialmente, alchocar con estructuras consolidadas de poder. Nada más peligroso en política que abandonar la senda marcada para alcanzar objetivos fijados en una reflexión personal. Llega a la cima el político que, ajeno a cualquier originalidad en la acción o en el discurso, se haya identificado por completo con el partido al que pertenece, defendiendo los intereses, pero también estilo y prejuicios de los grupos sociales que representa. Nada perjudica tanto al político profesional, y tal vez no quepa otro tipo, como una acción o un pensamiento fuera de lo esperado, contra los que, no hay cuidado, suele estar muy bien blindado.

La política se ha convertido así en el ámbito del tópico y de la rutina, donde desde un primer momento cabe excluir cualquier sorpresa en el discurso o en los comportamientos. Lo más grave es que esta misma actitud se haya extendido a la información y a los comentarios periodísticos, que se mueven también a piñón fijo. Aumenta así la distancia entre lo que realmente ocurre en un mundo que está cambiando a gran velocidad y la apreciación colectiva que de él se tiene.

Tampoco ha de extrañar que los que han llegado a la cúspide -económica, política, profesional- estén predispuestos a creer firmemente en las ideologías que los favorecen, disponiendo de una amplia gama de mecanismos para difundirlas en todos los niveles. Nos dicen que queda mucho por hacer, que no escasean deficiencias que corregir, incluso inequidades que suprimir, pero en líneas generales, marchamos por el buen camino. El orden social se legitima, si la mayoría cree que es el mejor de los posibles.

Justamente, la distancia creciente entre ideología dominante y realidad vivida explica que las crisis nos pillen de improviso. También a finales de los 80 muy pocos -y la nomenclatura, la que menos- previeron el desplome de la Unión Soviética, "el país más grande y con mayores recursos naturales, con el sistema social más avanzado del mundo", como proclamaban los libros escolares soviéticos.

Vivimos en el mejor mundo posible hasta que de repente asistimos a su derrumbe. Los instrumentos teóricos que sirvieron para apuntalar el orden existente, no valen ya para dar cuenta de su desmoronamiento, y han sido vetados todos aquellos que hubieran podido resultar idóneos. La crisis se manifiesta en que no sabemos lo que pasa de verdad. En los años 30 se conocieron causas y remedios después de haber sufrido grandes catástrofes, la peor la II Guerra Mundial.

Cuanto más alta la posición social de una persona, mayor la desconfianza que ha mostrado en este último tiempo, suspicacia que se ha ido filtrando hacia los estamentos inferiores. La crisis no ha estallado porque los ciudadanos de a pie hayan hecho cola en los bancos para recuperar los depósitos; han sido los bancos, al recelar unos de otros, los que la han puesto de manifiesto. Son los Gobiernos, es decir, los responsables de controlar el sistema financiero, sobre cuya solidez hasta hace bien poco no abrigaban la menor duda, los que han puesto en circulación las mayores sospechas, al anunciar garantías crecientes. Mientras no se conozcan las causas, no cabe recobrar la confianza, y no cabe detectarlas dentro de las coordenadas teóricas que imponen las relaciones de poder que se están desmoronando a ojos vistas.

Entretanto sólo nos queda dejar constancia de algunas paradojas. El Gobierno ultraconservador de Estados Unidos ha cometido el mayor crimen que ha venido denunciado en los últimos decenios: la intervención del Estado en la economía de mercado. Reino Unido no sólo estataliza parte de la banca, sino que el país que con mayor ímpetu ha frenado el proceso de integración, para salir del atolladero defiende ahora una política común europea. El precio del petróleo baja a casi un tercio del que tenía hace dos meses sin detener las continuas oscilaciones de las Bolsas en caída libre.

Veinte años después del desplome de la Unión Soviética, Estados Unidos se tambalea, arrastrando consigo el último resto del mundo bilateral que surgió de la gran crisis de los 30. De la actual saldrá una nueva relación de fuerzas, por lo pronto multilateral, con una mayor presencia de Asia, y sobre todo, nuevas teorías sociales y económicas que respondan mejor al mundo que está emergiendo. Mientras tanto, sin saber cómo capear el temporal, nuestros políticos se han quedado sin discurso, dispuestos incluso a recuperar un keynesianismo imposible en un mundo globalizado, conscientes de que en coyunturas que nadie puede ya prever, perderán el poder, o lo obtendrán, según lo señale la rueda de la fortuna.


Ignacio Sotelo es catedrático excedente de Sociología.

sexta-feira, 31 de outubro de 2008

Um blog que vale por três

O blog Que cazzo é esse?, mantido pelos professores Jônatas Ferreira, Cynthia Hamlin e Arthur Perrusi, da sociologia da UFPE, é um ótimo espaço dedicado à teoria e metodologia nas ciências sociais. Um dos melhores da grande rede. Textos de boa qualidade, criativos, ousados e muito informativos. Vale a pena acessar. Clique aqui para dar uma espiada.

sexta-feira, 26 de setembro de 2008

Revista traz dossiê sobre Pierre Bourdieu




O sociólogo Pierre Bourdieu é tema do dossiê da revista CULT deste mês. Vale a pena ler!

terça-feira, 2 de setembro de 2008

Você leu o artigo de Alba Zaluar na Folha de domingo?

Alba Zaluar dispensa apresentações. É uma grande cientista social. Tem uma obra qualificada e, melhor de tudo, publica artigos legíveis para além dos muros do mundo acadêmico. Escrevia sobre criminalidade e violência semanalmente no jornal do Folha de São Paulo. Não sei se cansou ou se cansaram dela, mas deixou de ser colunista. Sinto falta dos seus artigos. Eram muito bons. Agora, parece-me, escreve esporadicamente para o jornalão. Dando uma olhada nas edições anteriores (lembre-se: estou de molho, pós-cirurgia), encontrei um ótimo artigo dela, publicado no caderno MAIS de domingo passado. Abaixo, partes do artigo:

Vivendo em Gotham City
"Fobópole" e "Não Matarás" discutem a violência urbana e soluções para combatê-la

ALBA ZALUAR
ESPECIAL PARA A FOLHA

Não poderiam ser mais diferentes as perspectivas dos dois livros recém-publicados sobre a violência.
Um foca apenas o Rio de Janeiro, o outro revê a literatura sobre homicídio de quatro continentes para discorrer sobre a necessidade de teorias próprias na América Latina, embora ao final sugira apenas que tais teorias são imperativas. Um discute teorias no teste de hipóteses, o outro, nem um número sequer.
O livro de Gláucio Soares, "Não Matarás - Desenvolvimento, Desigualdade e Homicídios" (ed. FGV, 200 págs., R$ 35), exige um leitor versado em termos estatísticos que o autor não explica nem disseca e, muito freqüentemente, representa apenas com uma letra, de preferência grega.
Não é para leigos nesse idioma exato e hermético. No entanto o autor realiza o trabalho muito necessário de discutir as teorias que explicam as diferentes taxas de homicídios pelo mundo afora, sem esquecer séculos anteriores ao nosso. Só que o faz de um modo muitas vezes surpreendente, passando rápido por séculos de história ou por distâncias continentais em uma mesma página.
Esse grande esforço tem um ponto de vista claramente apresentado desde o início: as tentativas de entender o homicídio que se valem apenas de palavras, mas não de números, fracassam.



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